Otraaaaaa vez los empresarios, el sector patronal, fue madrugado por una decisión presidencial.
Así como ha ocurrido con el tema del outsourcing o de la reforma a la Ley del Banco de México, los representantes del sector empresarial fueron llamados a platicar sobre el aumento al salario mínimo.
A platicar, no a negociar.
La Coparmex, el único sindicato patronal en México, había propuesto que el incremento fuera del 10%; en esas negociaciones estaban cuando el presidente López Obrador dijo que la propuesta del Gobierno era aumentar en 15%.
Se supone que había negociaciones en el seno de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), donde generalmente se discuten los incrementos sobre la base de estudios económicos, proyecciones y estadísticas sobre empleo.
Lo cierto es que la representación del Gobierno federal y la de los sindicatos votaron a favor del 15% decretado desde la Presidencia y los empresarios votaron en contra.
Históricamente, los empresarios habían votado en el sentido del que lo hacía la representación gubernamental.
Por eso era frecuente que por estas fechas representantes del sector obrero inundaran los medios con declaraciones en contra del “magro’’, “microscópico’’, “insuficiente’’ aumento a los mínimos.
Con el aumento decretado, tanto la Coparmex como el Consejo Coordinador Empresarial han declarado que se ponen en riesgo miles de empleos y la existencia de por los menos 700,000 micro y pequeñas empresas que no podrán hacer frente al incremento al mínimo.
López Obrador consideró “un despropósito’’ argumentar que el aumento tendrá un impacto negativo en la economía y el empleo.
Lamentablemente, la experiencia ha demostrado que cuando los aumentos se dan por decreto y no atendiendo las estadísticas y proyecciones económicas, en lugar de ayudar se perjudica a la población más necesitada.
Y si no lo cree, échele un ojo a lo que ocurrió en el sexenio de López Portillo cuando, como ayer, los aumentos al salario mínimo se decretaban, no se negociaban.
Todavía quedan resabios de aquella necedad.
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En la bancada de Morena le dicen “El Toro’’, y ayer hizo honor a su apodo.
El muy controvertido Félix Salgado Macedonio evitó que Mario Delgado levantara la mano a Pablo Amílcar Sandoval como el candidato a gobernador de Guerrero por Morena.
La negativa de Salgado Macedonio obligó al líder de Morena a comprometer la realización de dos encuestas; una para depurar la lista de aspirantes (son 15%) de la que se escogerá a tres hombres y tres mujeres que participarán en la encuesta definitiva.
Pablo Sandoval fue el súper delegado del Gobierno federal en el estado.
Fue acusado de utilizar el puesto y condicionar el reparto de los apoyos sociales a cambio de apoyar sus aspiraciones; tiene montada una campaña tramposa con espectaculares en Acapulco y recientemente se vio envuelto en una polémica por el uso de una camioneta con placas sobrepuestas, a la que no ha respondido.
Pero si el dedo divino lo señaló, lo de Félix ayer fue solo comprar tiempo-aire.
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Si Claudia Sheinbaum no es candidata presidencial en el 2024, por lo menos tendrá asegurada una plaza en el Cirque du Soleil, porque ha tenido que hacer unas contorsiones gramaticales y malabares políticos para no responder que la ciudad está en rojo desde hace semanas.
Se entiende la posición de la funcionaria que eligió privilegiar la economía sobre la salud pública, pero eso de negar que el Centro Histórico sea un foco de contagio cuando las aglomeraciones son cotidianas y evidentes, no la deja bien parada.
LEG