Contrario a la mayoría de los análisis publicados sobre el tema, en este espacio se considera que la llegada de Esteban Moctezuma a la Embajada de México en Estados Unidos significa la oportunidad de encauzar la relación con la nueva administración Biden y adecuarse a las formas más institucionales que habrán de caracterizar a la futura presidencia estadounidense.

El mensaje que se envía a Washington con la designación de Moctezuma Barragán es de confianza. Llega un político experimentado, con tres secretarías de Estado en su haber, una subsecretaría, una senaduría y como coordinador de una campaña presidencial, además de su paso por diversos cargos en la iniciativa privada.

 

Esteban Moctezuma garantiza, hasta ahora, cercanía e interlocución con Palacio Nacional (cosa que los norteamericanos aprecian) y, por lo que se sabe, mantiene una relación de confianza con el canciller Marcelo Ebrard.

 

Muchos son los retos que el nuevo Embajador enfrentará en cuanto ingrese a sus oficinas de la Avenida Pensilvania. La administración Biden será diametralmente opuesta a la de su antecesor, quien intentó sepultar los mecanismos institucionales y las formas ortodoxas en el ejercicio del servicio público. La futura administración se dará a la tarea de recuperarlos y Moctezuma tendrá la no fácil tarea de empatar la relación bilateral con esta nueva realidad y replantear los métodos de trabajo con un equipo experimentado, diverso y bien preparado, como es el que llega a la Casa Blanca en enero próximo.

 

Esto significa que habrá que retomar todos los mecanismos con los que había funcionado la relación México-Estados Unidos, como lo son el Diálogo Económico de Alto Nivel, el FOBESII (cooperación educativa) y un sinnúmero de comisiones y grupos de trabajo que fueron hechos a un lado durante la era Trump.

 

Otro reto inmediato es recuperar la confianza en materia de seguridad, vigilar la correcta implementación del T-MEC, mantener el diálogo en temas fronterizos y responder a muy posibles cuestionamientos del Gobierno de Joe Biden en temas de energía, inversiones, medio ambiente y combate al Covid-19.

 

Con Estados Unidos, la relación no es una, sino muchas. Lo es con el Gobierno federal, con el Congreso, con el Senado, con los estados, con los condados, con la academia, con los medios de comunicación y con los inversionistas. Para ello, se requiere de una amplia capacidad de diálogo y de reacción inmediata para apagar los fuegos que casi de manera cotidiana se presentan.

 

Si la política exterior tuviera que enmarcarse en distintos espacios de diálogo, los principales serían promoción, protección consular, cooperación y relación en foros multilaterales. En cada uno de ellos, el vínculo con Estados Unidos tiene un muy alto grado de complejidad.

 

Temple, experiencia, madurez política, astucia y discreción son algunos de los atributos que se necesitan para asumir la principal embajada que México tiene en el exterior. Moctezuma ha demostrado sí reunirlos.

 

Segundo tercio. Esteban Moctezuma aún debe obtener el beneplácito del Gobierno estadounidense y ser ratificado por el Senado mexicano.

 

Tercer tercio. Desde 1970 (por tomar de manera arbitraria un punto de referencia), de los 18 embajadores que México ha tenido en Estados Unidos, sólo cuatro han sido diplomáticos de carrera: Jorge Montaño, Carlos de Icaza, Arturo Sarukhán y la saliente Martha Bárcena.

 

                                                                                                                 @EdelRio70