Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)
El virus no respeta fechas del calendario; no celebra cumpleaños, no festeja la Navidad, no le entusiasma el inicio de un nuevo año. El virus no toma en cuenta si hemos salido a trabajar, a comprar la despensa, a realizar un trámite importante, o si nos la hemos jugado para visitar a los amigos. El virus no sabe si convivimos con extraños o seres queridos, no sabe de edades ni de historiales clínicos. El virus brinca de huésped en huésped, de casa en casa, de hospital en hospital, de luto en luto. Pero el tiempo avanza, la vida sigue –como puede, pero sigue. Y nosotros, los que hemos llegado al final de este 2020, no podemos detenernos ni bajar la guardia.
Celebrar durante una crisis parece oxímoron, pero no podemos permitir que los malos tiempos nos impidan alegrarnos, tener proyectos, mantener esperanzas e ilusiones. Celebremos, con las medidas de sana distancia, cubrebocas y quedarnos en casa, pero celebremos que estamos aquí, que no todo está perdido. Haciendo un recuento de los daños que dejó este 2020 también pueden salir a relucir logros por los cuales estar agradecidos.
Despedir un año viejo y recibir uno nuevo no sólo es un cambio en el calendario, sino una oportunidad para realizar cambios en nuestro interior. Los rituales de bienvenida al nuevo año revelan nuestra gran incertidumbre hacia el futuro, pero también nuestra confianza en que lo que venga puede ser mejor.
Más que una cuestión de magia, los rituales de año nuevo son un símbolo de las renovaciones que pretendemos realizar en este nuevo comienzo, un reflejo de la voluntad personal por encontrar un mejor empleo, tener pareja, viajar o llevar una vida más saludable. Por lo general, los días previos al 31 de enero son momentos de reflexión, ilusión y cierta melancolía. Pensar en qué queremos cambiar y qué quisiéramos mantener implica recordar errores y pérdidas.
Quisiera compartirles algunas tradiciones de año nuevo para este próximo 2021. Una de las más populares es la ropa interior de colores, especialmente roja o amarilla. Asociar el amor y la abundancia con estos colores es una costumbre china. ¿Por qué estos colores en la ropa interior? Para reforzar la idea de un cambio profundo, interno, de nuestra persona. Otra tradición, popular en Dinamarca, es lanzar platos a las puertas de nuestros seres queridos para desearles buena suerte. Probablemente tenga algo que ver con romper con el pasado. Y para ello, ¿por qué no deshacernos de los muebles viejos? En lugares como Nápoles, Sicilia y Calabria, es tradición lanzar algún mueble o ropa por la ventana para despedir al año viejo.
En Alemania se regalan cerditos de mazapán para atraer abundancia y buena fortuna. Pensemos en una familia que durante todo el año ha engordado a un cerdo para que crezca grande, sano y delicioso. Si bien sacrificarlo implica una gran cantidad de comida y productos para vender, también implica una pérdida. Por ello el símbolo del cerdito.
Uno de mis rituales favoritos son salir de la casa con maletas para atraer viajes y comer doce uvas acompañando las doce campanadas previas al fin de año. Esta tradición nos llega a los mexicanos a desde España. Cada uva representa un mes del próximo año y, a su vez, un deseo o propósito.
¿Cómo van a celebrar el año nuevo? ¿Qué esperanzas tienen para el 2021?
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!
@hzagal
DAMG