Este país ha tenido en lo que va de esta administración dos crisis energéticas graves. Y está haciendo del tema petrolero y eléctrico el punto de discordia con el próximo Gobierno de los Estados Unidos.
La primera crisis grave se dio durante las primeras semanas de Gobierno, allá por finales de 2018. Cuando la manera de acabar con el robo de combustibles al estilo de la 4T fue cortar el suministro. Su lógica era que, si no había gasolina en los ductos, no habría huachicol.
El problema es que, con estos métodos tan radicales como rupestres, se llevaron entre las patas a millones de consumidores que se quedaron sin gasolinas durante varias semanas. Es la misma técnica que usaron con los medicamentos contra el cáncer infantil que hasta la fecha se mantiene como un problema para muchos pequeños enfermos.
La otra gran crisis energética se dio con el mega apagón del 28 de diciembre que dejó sin energía eléctrica a millones de mexicanos, como no sucedía desde los años ochenta.
La razón más que evidente para este corte en el suministro de energía eléctrica, que se convierte en un asunto de seguridad nacional, es el recorte en los presupuestos de mantenimiento de la Comisión Federal de Electricidad.
En Petróleos Mexicanos ya se han dado varios incidentes en sus plantas por la misma razón, se han recortado los recursos para mantener sus instalaciones para destinar ese dinero al elefante blanco de la refinería de Dos Bocas.
Y dentro de lo lamentable que es darse cuenta de estas negligencias, vemos la comisión de delitos como el de la falsificación de documentos, para tratar de justificar lo mal que hacen las cosas.
Pero no pasa nada. La popularidad del Presidente y de su 4T es tan alta que se mantienen inmunes al reclamo social ante su incapacidad y la clara comisión de delitos. Pero esa suerte se puede acabar pronto. Y se acabará en el terreno de las energías.
En dos semanas, Joe Biden deberá asumir la presidencia de los Estados Unidos y una de sus primeras acciones será regresar a su país al Acuerdo de París, ese pacto mundial para reducir los contaminantes.
Las estrategias tramposas para marginar a los competidores de la CFE que aplica el presidente Andrés Manuel López Obrador, a través de Manuel Bartlett, será un punto de disputa con el Gobierno entrante de Estados Unidos.
Primero, porque se margina a los generadores de energías limpias para usar las materias primas más contaminantes para la generación eléctrica.
Pero, sobre todo, porque las acciones del Gobierno mexicano corren en contra de muchas empresas estadounidenses de energía, lo que deberá provocar reacciones inmediatas del nuevo Gobierno.
Porque una cosa es que Donald Trump, al ser tan parecido, deje al Gobierno mexicano hacer lo que quiera y otra diferente es que un Gobierno institucional y demócrata como el que llega el 20 de enero le permita a la 4T esa clase de abusos.
En fin, que el sector energético puede ser un gran dolor de cabeza para la administración del presidente López Obrador y la migraña más importante toma posesión en Washington DC dentro de dos semanas.
@campossuarez