Curtidos en promesas incumplidas en ambos lados de la frontera, vistos como extranjeros en Estados Unidos a su llegada y en México cuando son deportados, a los dreamers no los convencen los anuncios de Joe Biden en materia migratoria.

Los decretos firmados el primer día en la Oficina Oval fueron bien recibidos, pero deben tomarse con cautela, coincidieron mexicanos deportados y residentes.

Para Maggie Loredo, cofundadora y codirectora de la asociación Otros Dreams en Acción –dedicada a apoyar a personas deportadas–, en la firma de esos documentos y la propuesta de una reforma migratoria no hay claridad sobre el rumbo que tomará EU frente a los migrantes.

Incluso, dijo, en los decretos que ordenó Biden en su primer día se permite la discrecionalidad en su implementación, pues no aplican para quienes firmaron su deportación, ingresaron después del 1 de noviembre de 2020 o quienes crucen la frontera por primera vez.

“Hay muchas lagunas y que todavía se prestan para que haya más deportaciones. Hay muchos vacíos y nos queda seguir insistiendo y organizándonos para exigir que quede más claro y abarque a más familias y personas”, expresa Loredo, quien vive en la Ciudad de México luego de ser deportada en 2008.

Después de su toma de posesión como Presidente de Estados Unidos, Joe Biden firmó un decreto para proteger a miles de inmigrantes indocumentados que llegaron a ese país siendo niños y a los que el exmandatario Barack Obama, protegió en 2012 con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).

Además, solicitó al Congreso que trabaje en una legislación que proporcione a dicho sector el camino para obtener la ciudadanía.

Infografía: Xavier Rodríguez

Sin atender diversidad

La dureza en las leyes estadounidenses comenzó en 1996, cuando William Clinton promulgó la Ley de Inmigración Ilegal y Responsabilidad de los Inmigrantes en Estados Unidos.

Ésta entró en vigor el 1 de abril de 1997, paulatinamente, hasta tener plena vigencia en 2001; y entre algunas de las disposiciones que impuso fue el aumento de la lista de delitos considerados como causales de deportación, la inclusión de otros que no tenían ese carácter y que podrían ser aplicados de forma retroactiva.

Loredo agregó que los programas que se han diseñado en la actual y pasada administración no han funcionado, pues no atienden la diversidad de personas retornadas.

Cuando se habla de dreamers, dijo la activista, se piensa en el joven bilingüe, preparado y con estudios, cuando en realidad también son deportados adultos entre los 40 y 50 años, muchos de ellos sin el dominio del inglés y sin posibilidades, siquiera, de obtener identificaciones oficiales.

Esto, continuó, ha orillado a la mayoría de ellos a tener empleos muy precarios y cuyas opciones se limitan al comercio informal, cuidado de niños y elaboración de manualidades.

“Los que llegan con el dominio del inglés son los que obtienen lugares en los call centers, o dando clases de idiomas”, apuntó.

LEG