Las cifras que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer en torno a las muertes provocadas por la Covid-19 en los ocho primeros meses de 2020 están muy lejos de la percepción que día con día la Secretaría de Salud pretende imponer y exponen la enorme brecha que existe con la realidad plasmada en los otros datos.
Según el Inegi, el costo de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 es muy superior al que presentó la oficina del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, para el año pasado. Según la fuente oficial, el número de decesos entre enero y agosto de 2020 por Covid-19 se ubicó en 75 mil 017 defunciones, mientras que el organismo que dirige Julio Santaella asegura que llegó a 108 mil 659 casos.
El propio Inegi reconoce que mucha gente, 58% de los decesos contabilizados, muere en sus casas. Esto quiere decir que la diferencia entre lo que la autoridad sanitaria reporta y lo que la estadística del órgano autónomo refleja explica que un alto nivel de contagiados no es atendido en hospitales y tiene un desenlace final en sus propios domicilios.
De todos es sabido que la estrategia oficial pasa por evitar a toda costa el colapso de los hospitales para poder atender únicamente los casos de extrema gravedad. Es así como se promovió que la gente, una vez contagiada, se atendiera en sus hogares, incluso cuando los síntomas apuntaran a un posible deterioro de la salud.
“Esto convirtió a México, quizás, en el único país en donde tener camas disponibles en los hospitales jamás se tradujo en una disminución en las muertes”, sostiene Laurie Ann Ximénez-Fyvie, jefa del laboratorio de Genética Molecular de la UNAM, en su libro Un daño irreparable (editorial Planeta).
Algo sucede con las decisiones adoptadas para enfrentar la pandemia que las cosas van mal. Hace una semana, la Universidad Johns Hopkins dio a conocer que México es el segundo país con mayor tasa de letalidad en lo que a Covid-19 se refiere, por detrás de Yemen, que ocupa el primer sitio, dentro de una muestra de 173 naciones. Este centro de estudios norteamericano sostiene que nuestro índice alcanza el 8.5% de los contagios.
Muy alto ha sido el costo para el país la puesta en marcha de una estrategia sanitaria que se considera como única, cerrada a analizar cualquier planteamiento crítico y que tiene un inoportuno uso político.
Habrá que esperar a que el Inegi dé a conocer las cifras de mortalidad que corresponden a septiembre-diciembre de 2020. Ese periodo representa el verdadero pico de la pandemia y los resultados podrían ser de terror.
Segundo tercio. Para muchos es inexplicable que el Inegi no anunciara los datos de mortalidad para todo 2020. La falta de razones contundentes para no contar con el dato entero se presta para todo tipo de interpretaciones, particularmente en un año electoral, en el que las malas noticias deben ser administradas.
Tercer tercio. En plena confrontación con el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, la alcaldesa de la capital de ese estado, Claudia Rivera, pretende, por todos los medios, imponerse para buscar la reelección, sin importar que existan otros cuadros en Morena mejor preparados para gobernar.
@EdelRio70