En el mundo actual, sin importar su tamaño o trayectoria, las empresas se enfrentan a un mercado más exigente, hipercompetitivo y cambiante, que los obliga a buscar la internacionalización como una estrategia más para incrementar las ventas y buscar permanecer vigente, mitigando además los riesgos de la propia economía o escenarios imprevistos, como el escenario que se vive por la pandemia de Covid-19.
Por ello, diversificar ingresos, optimizar recursos actuales (eficiencias), buscar mercados con mayor potencial (emergentes o que reciban mayor valor en el producto) o con mayor retorno de inversión, conseguir incentivos o mejores condiciones fiscales para inversión extranjera, son otras de las razones por las que diversas compañías de múltiples sectores piensan en su expansión internacional.
Asimismo, para lograr internacionalizarse, primero el negocio debe tener claridad sobre sus ventajas competitivas (como el talento o su capacidad de producción), además de contar con un producto o servicio sólido, un valor agregado -precios competitivos, oferta variada o facilidades, por ejemplo-, para alcanzar al público y cubrir necesidades de la región donde se instalará.
También es indispensable que cuente con finanzas sanas, conozca y analice la situación (interna de la compañía, y externo, por el nuevo destino) y tenga los recursos y la capacidad de producción -si aplica- suficientes para afrontar el reto que implica un nuevo mercado, sin olvidar que una análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas) y una matriz de riesgos son indispensables para reaccionar de forma oportuna ante cualquier problema.
Para detectar cuál es el mejor mercado para su producto o servicio, el emprendedor requiere aprovechar conocer la variables del mercado al que quiere llegar, con base en un buen estudio de mercado que englobe los análisis políticos, económicos, culturales y/o sociales, para no perder de vista qué o quiénes se mueven en el mercado, qué nuevos competidores podrían llegar, qué compran y en qué cantidades, y sobretodo, qué peligro hay su negocio.
Aunque un proyecto de expansión parezca una ardua tarea, que implica años para desarrollarse, la realidad es que un plan estratégico de internacionalización puede concretar este objetivo de forma asertiva y confiable, con herramientas como el softlanding -conjunto de servicios, prácticas y gestiones que se desarrollan cuando una empresa quiere internacionalizar sus bienes o servicios- para garantizar un aterrizaje suave y seguro, y optimizar la inversión del proyecto, sin el impedimento de barreras como pueden ser las distintas legislaciones laborales y fiscales.
La principal ventaja del softlanding, considera Grupo Soluciones Horizonte, empresa experta en gestión de Talento Humano, es acelerar el proceso de internacionalización y no incurrir en riesgos onerosos por el hecho de no tener claridad de normas o descuidar otros aspectos, que no suelen ser tan considerados, como puede ser un domicilio fiscal o los espacios colaborativos.
Hoy por hoy, los programas internacionales de aceleración y/o softlanding ofrecen servicios tan largo y ancho como la empresa lo requiera, desde los registros, la constitución, el diagnóstico del negocio; la gestión de los recursos humanos (atracción, valoración, selección, payroll, seguridad social, etcétera) o la construcción de la estrategia corporativa y la formación y el desarrollo organizacional, principalmente.
fahl