Es conocido por haber sido reseñado por la prensa internacional como el presidente más pobre del mundo; lo tienen por ser una persona humilde, honesta y solidaria, pues desde muy joven luchaba en contra de la opresión, por lo que estuvo preso durante 12 años (1973-1985), con Uruguay bajo el yugo militar.
José “Pepe” Mujica, miembro del grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), luchaba por un gobierno socialista incluso con métodos terroristas.
Fue puesto en libertad hasta 1985, bajo la ley de amnistía para presos políticos. Fundó el partido político Movimiento de Participación Popular (MPP), de izquierda, y se aliaron con el partido Frente Amplio (FA), de esta manera obtuvo un gran numero de votos en las elecciones de 2005, para ocupar el puesto como ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, cargo que desempeñó hasta 2008.
Mujica decidió postularse para las elecciones presidenciales, de las que salió triunfador, convirtiéndose en el mandatario más longevo, con 74 años, haciendo historia no solo por su edad.
Y es que es visto como “uno más del pueblo” por su manera de vestir y hablar, que en ocasiones es considerada grosera, además de donar 90% de su salario para apoyar diversas causas.
En su administración aprobó leyes como la legalización de la marihuana, la interrupción legal del embarazo hasta las 12 semanas de gestación y el matrimonio igualitario.
Desafortunadamente, el expresidente se vio en la necesidad de renunciar a su puesto como senador ante la crisis sanitaria que se vive en el mundo por la propagación del coronavirus, pues al padecer una enfermedad autoinmune no se podría vacunar.
En octubre pasado renunció a la política tras 60 años (él tiene 85 años de edad): “Hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en la vida”, dijo, y regresó a su chacra (granja) donde lo esperaba su vocho color celeste, su perrita de tres patas, Muela, y su esposa, Lucía Topolansky, quien también es senadora.
Al exmandatario le persigue el aislamiento, ahora es diferente, ya no nada a contracorriente. La nueva reclusión no amenaza su vida, la salva.
LEG