Ángel Álvaro Peña

Diego Fernández de Cevallos sacó juventud de su pasado y se montó como viejo jinete del apocalipsis político de México en las redes sociales para convocar desde estos medios a que los jóvenes voten por la verdad. Amparado en la amnesia de los mexicanos vuelve a invitar a los desmemoriados a creer en lo que él cree.

Ahora regresa a los 80 años a los medios, pero todo le salió al revés porque salieron a relucir hechos de los que ni el propio Fernández de Cevallos se acordaba. En internet volvieron a exhibir el discurso en la Cámara de Diputados donde ordenó quemar las boletas electorales llamándoles basura, en favor de presunto fraude electoral de Carlos Salinas de Gortari. Hasta le recordaron el debate televisivo que tuvo con Andrés Manuel López Obrador, donde fue mediador el periodista Joaquín López Dóriga. Además, sus desplantes de prepotencia, pero sobre todo sus alardes de enamorado.

Porque a pesar de todo, el Jefe Diego tiene su corazoncito. Así lo demostró en febrero de 2005, cuando mandó a hacer una carretera para que su novia de entonces, Liliana León Maldonado, pudiera trasladarse de Arandas, donde ella vivía, al rancho del Jefe Diego. La carretera tuvo un costo de 334 millones de pesos y parecía concretar el sueño de una princesa en un cuento de hadas.

La carretera fue llamada la carretera del amor, que inspiró varias canciones con música de banda en la región. Sin embargo, como todo termina por acabarse, hasta la carretera está ahora en ruinas y se le llama la carretera de la muerte, ya que ha habido más de 500 accidentes en 16 años cumplidos.

Así también las obras y los dichos de Diego Fernández se estaban empolvando en el olvido hasta que regresó montado en las redes sociales renovando frases, pero retomando su vieja consigna de cuando fue candidato a la Presidencia de la República en 1994: Por un México sin mentiras, frase de la que pocos se acordaban, por irreal.

La llegada de Diego Fernández a los medios contemporáneos se debe, según él, a la recomendación de un amigo, que afirma no es político, pero es la misma empresa que le llevó las redes sociales a Ricardo Anaya durante su campaña y cuyos trabajadores son de dudosa reputación, ya que dos directivos de dicha empresa fueron detenidos en la frontera entre México y Guatemala con dólares en efectivo que rebasaban con mucho lo permitido.

La empresa tiene su sede en Guadalajara, se llama Ojiva Consultores, cuya propietaria es Andrea de Anda. El semanario proceso informa al respecto: “De Anda cobró por lo menos 3 millones de pesos en la campaña de Anaya como candidato de la alianza de los partidos PAN, PRD MC, en 2018, que también tuvo como colaboradores a Víctor “Pico” Covarrubias y Roberto Trad Hasbun”.

Lo cierto es que Diego Fernández de Cevallos fue desplazado por el panismo que enarbolaron los actuales dirigentes, que a pesar de su edad son tan conservadores que parecen ancianos de pensamiento. Pero la desesperación de su partido por no cubrir con solidez ideológica y proyectos serios motivó a Diego a llegar al escenario de las redes, que en tiempos electorales es algo así como una arena de luchas entre quienes quieren golpearse, pero sólo sangra la dignidad.

Después de una larga ausencia en los medios, después de un secuestro, luego de derrotas electorales, el Jefe Diego vuelve a aparecer en el PAN para pedir rectificar errores luego de la debacle en los comicios de 2018, los jóvenes que estaban en ese momento, y siguen estando en la cúpula panista, prefirieron marginarlo que hacerle caso. Ahora echan mano de todo lo que haya ante la carencia de cuadros en ese partido.

Diego regresa y lo tunden en las redes, sobre todo los jóvenes, que pareciera tratan de correrlo de un terreno que no es el suyo. Los mexicanos no olvidan quién es en realidad Diego Fernández de Cevallos. Su carrera de abogado metido a la política tiene tantas vicisitudes como malos antecedentes que seguramente saldrán uno a uno en los medios en estos días, sobre todo en las redes, donde pensó que por novedosos no tenía registro de su existencia. PEGA Y CORRE. – El consejero presidente del INE aclara no estar contra nadie, pero tampoco es capaz de abrir sus cartas para dar a conocer las verdaderas causas de su conducta, de su activismo, de su parcialidad, de su impulso a las urnas electrónicas, de sus descalificaciones. Un árbitro debe ser imparcial o no es árbitro con credibilidad… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

angelalvarop@hotmail.com