“No hay igualdad de género. Muchas mujeres son abandonadas en la cárcel; algunas llegaron por un hombre y éste ya obtuvo un beneficio o la dejó sola, sin familia, ni hijos, porque a veces el mismo núcleo familiar te olvida”, expresa Fabiola, quien estuvo presa 13 años, primero en el Penal de Barrientos y después en el Reclusorio Femenil de Nezahualcóyotl, ambos en el Estado de México.
Relata que por el hecho de creer en un hombre las juzgan y las dejan: “Los hijos obviamente son pequeños y la familia se los lleva. Las mamás en prisión no saben de sus pequeños, desconocen si comen o duermen; en ocasiones no tenemos el derecho ni de hablarles”.
Fabi, como le dicen de cariño, cuenta a 24 HORAS que los hombres en reclusión son más visitados, ya sea por la mamá, la esposa o alguien más.
Explica que salió de prisión con libertad condicional por buena conducta, ya que la sentencia era de 25 años, pero se redujo a 13.
Actualmente vive en la alcaldía Miguel Hidalgo y trabaja con una diseñadora como artesana, ya que al estar en Barrientos la empresa social La Cana le dio la oportunidad de laborar haciendo figuras tejidas.
“Saliendo del penal empecé a buscar trabajo y te tienes que conformar con lo que encuentres, ya sea bien o mal pagado, es tu bronca para sacar adelante a la familia. Entonces volví a La Cana y me dieron trabajo nuevamente”.
Recuerda que la señalaron por el delito de privación de la libertad, y su esposo fue acusado de homicidio con una sentencia de 70 años. “Me hicieron partícipe; el rollo fue con el papá de mis hijas, pero cuando lo detuvieron estaba con él, y por eso me señalaron como cómplice”.
Suspira profundo y dice que lo más difícil fue dejar a sus hijas, y que la gente se aprovechara al saber que no estaban sus papás.
AR