Las exigencias de las 20 mil asistentes que se calcula se dieron cita, a diferencia de las 80 mil del año pasado
Foto: Gabriela Esquivel Las exigencias de las 20 mil asistentes que se calcula se dieron cita, a diferencia de las 80 mil del año pasado  

Con una tupida asistencia, la marcha feminista tuvo momentos de violencia y tensión entre manifestantes y policías, pero también fue la ocasión para que familiares de víctimas de feminicidio exigieran, una vez más, justicia; o para que padres y madres acompañarán a sus hijas adolescentes a una lucha que ya sienten suya. 

Los contingentes conformados por 20 mil mujeres se concentraron en diversos colectivos para manifestarse del Monumento a la Revolución a Palacio Nacional, el cual encontraron rodeado de vallas metálicas, con una consigna en común: el alto a la violencia contra las mujeres.

El Zócalo capitalino amaneció ayer con todos sus accesos cerrados, mientras que el Palacio y la Catedral Metropolitana estaban rodeados con el cerco de vallas azules colocado el fin de semana a la espera de resistir los embates que traería la marcha que conmemora el Día Internacional de la Mujer. 

Por la mañana, en silencio, y con frío y neblina los elementos de la Policía capitalina resguardaban las vallas colocadas en las calles de 5 de mayo, 16 de Septiembre, Venustiano Carranza, Madero y barricadas en Licenciado Primo Verdad y Maestro Erasmo Castellanos, a una cuadra de la Plaza de la Constitución.

Además la entrada peatonal a la calle Madero desde Eje Central estaba bloqueada con muros de metal, aunque se podía entrar por las calles aledañas.

Un tanto dispersas, un primer grupo de manifestantes salió desde la Plaza de la República hacia el Zócalo pasadas las 14:00, a su paso, rompieron todo lo que pudieron y pintaron todo lo que alcanzaron. 

FURIA FEMINISTA

A su llegada a la Plaza de la Constitución, con furia, un grupo de encapuchadas destrozó parte del muro que protegería Palacio.

El que fuera calificado como un “muro de paz” por integrantes del Gobierno federal, y renombrado por las feministas “muro de memoria”, sirvió para todo, menos para traer un ambiente pacífico.

En una plancha del Zócalo morada, verde y rosa, un grupo de mujeres de negro arremetían contra el muro a patadas, martillazos y hasta con lanzallamas; derribaron cuatro de las vallas colocadas desde el viernes pasado.

Los policías que resguardan la zona respondieron con gas lacrimógeno y cohetones, pero fracasaron al intentar dispersar a las manifestantes que golpeaban las estructuras metálicas, mientras un grupo de encapuchadas respondió lanzando bombas molotov y atacando a policías con marros, tubos y lanzallamas. 

Tras la caída de una parte del muro metálico, elementos de la Policía hicieron un muro humano, protegiéndose con sus escudos. 

Así duraron casi tres horas, hasta que pasadas las 19:00 horas, cuando las observadoras de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México y la brigada marabunta lograron hacer un cerco entre las vallas y las manifestantes.

LA EXIGENCIA DE SIEMPRE 

Metros atrás, las que se encontraban en el primer cuadro de la ciudad cantaban al ritmo de tambores, bailaban y al mismo tiempo exponían delitos contra sus hermanas indígenas e incluso, un contingente conformado por mujeres trans defendía sus derechos.

Las exigencias de las 20 mil asistentes que se calcula se dieron cita, a diferencia de las 80 mil del año pasado, en parte por la pandemia, fueron las mismas: poner fin a los feminicidios, a la violencia hacia las mujeres y a las desigualdades laborales, además de la despenalización del aborto.

A pesar de que las asistentes no guardaron la sana distancia la mayoría portó su cubrebocas, así como sus pancartas con la leyenda “Nos vemos en las urnas”, “El que no brinca es macho”, “Un violador no será gobernador”, esto en referencia del candidato de Morena por Guerrero Félix Salgado Macedonio.

Paty Cruz, del colectivo “Libres y combativas”, exigió la eliminación de la violencia machista en las instituciones a las que las mujeres deben acudir para denunciar agresiones.

Reconoció algunos avances a partir de la movilización y la lucha, pero recriminó que aún persiste el machismo en los procesos jurídicos y trabas para que procedan las denuncias, sin contar que continúa la revictimización o sentencias injustas para las víctimas. 

En tanto, Axil, del colectivo “Rosas rojas”, manifestó que es “día de la mujer trabajadora” y se trata de una jornada en la que se lucha por los derechos y la igualdad, además, se reivindica el trabajo del hogar, actividad no remunerada para la mujer, y el cual sirve para que los demás puedan salir adelante.

Una de las mujeres manifestantes del colectivo “Nosotras tenemos otros datos”, quien prefirió omitir su nombre, señaló que la primera demanda que debería atender el Jefe del Ejecutivo es la candidatura de Salgado Macedonio, quien tiene acusaciones por delitos sexuales.

Pero no todas las asistentes pertenecían a colectivos feministas, Gerardo Martínez acompañó a su hija Montserrat de 17 años, porque ya es feminista. 

“No se me hace justo que aún en cuarentena nos sigan matando y violando a 11 mujeres diarias, y que el Presidente tenga el descaro de reírse y poner su maldito muro,  se me hace una falta de respeto”, expresó la joven. 

Laura tiene una hija de 14 años, y recientemente pudo por fin hablar del abuso que cometieron cuatro compañeros de escuela en su contra. 

Las dos acudieron a la marcha porque están hartas de la violencia en su contra y porque ya están listas no solo para sumarse a la lucha, sino para emprender las acciones penales por la situación por la que pasaron. 

La señora Guadalupe asistió a la movilización igual que el año pasado y dijo que no es posible que Félix Salgado Macedonio sea postulado al gobierno de Guerrero.

“Queremos que el gobierno vea los feminicidios, la violencia doméstica. Tampoco es posible que un candidato de Morena que está acusada de violación sea propuesto como mandatario estatal y eso dice mucho del Presidente a final de cuentas llegamos a la conclusión que López Obrador es misógino”.   

Poco a poco la energía fue menguando y las mujeres que horas antes se encontraban en la primera fila frente al muro, enjuagaban sus rostros irritados por el gas, mientras otras eran auxiliadas por la brigada marabunta. 

La concentración prácticamente terminó con una fogata que hicieron con varios de los escudos de plástico que arrebataron a los policías.

En tanto, muchas mujeres regresaban a sus casas al son de consignas como “señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente” que pudieron escucharse entrada la noche en varias partes de la ciudad.

Por: Jorge X. López, Kenia Chávez y Jessica Martínez

 

AR