Una palabra revoloteaba en el ambiente internacional, luego de tres meses de convivir con un nuevo coronavirus que ponía en jaque a gobiernos y científicos: pandemia.
La pesadilla se confirmó el 11 de marzo del 2020, así lo expresó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), agencia de Naciones Unidas que desde entonces ha estado en el ojo del huracán, lo mismo alabada que vilipendiada por sus acciones:
“Hemos evaluado este brote durante los últimos días y estamos profundamente preocupados, tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Es por ello que hemos decidido decretar el estado de pandemia”, advirtió ese miércoles el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Desde entonces, la montaña rusa. Primero, lo impensable, lo inédito. El mismo doctor Tedros informaba sorprendido que era la primera vez que un coronavirus ocasionaba una pandemia. Luego, lo grave: muertes incontenibles, cierre de fronteras y suspensión de casi todo tipo de actividad en el mundo.
El 24 de marzo se decidía postergar los Juegos Olímpicos de Tokio previstos para julio. Y gradualmente el mundo tomaba conciencia de la gravedad de la enfermedad que ocasionaba el virus (Covid-19), que ha matado desde entonces a 2.6 millones de personas.
Antes de que -menos de un año después-, las vacunas comenzaran a hacer efecto contra el virus SARS-CoV-2, irrumpieron en el mundo las variantes del microorganismo. La aparición en Inglaterra de una variante más contagiosa obligó a Londres el 5 de enero a imponer de nuevo un confinamiento y al resto de Europa a endurecer las restricciones.
Las campañas de vacunación comenzaron en diciembre en el Reino Unido, Rusia, Estados Unidos y en la Unión Europea. China vacuna desde julio.
A principios de marzo, la pandemia comienza a mostrar señales de desaceleración en Estados Unidos, pero vuelve a crecer en Europa, y América Latina supera el umbral de 700 mil muertos el 9 de marzo.
CON INFORMACIÓN DE AGENCIAS
FRASE
“En última instancia, la lección que debemos aprender de la pandemia de Covid-19 es que la salud no es un lujo, es un derecho humano fundamental y la base de la estabilidad social, económica y política”
Tedros Adhanom Ghebreyesus
Titular de la Organización Mundial de la Salud
Otra secuela: 1.4 millones de embarazos no deseados
Una vez declarada la emergencia mundial por el coronavirus, casi todos los recursos humanos y médicos se volcaron a la pandemia, descuidando, acaso sin querer, otras ramas del sector médico.
En 2020, unos 12 millones de mujeres -en 115 países de renta baja y media-, perdieron el acceso a los servicios de control de la natalidad.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) reveló ayer que la pandemia dejó un saldo de 1.4 millones de embarazos no deseados el año pasado, al provocar la suspensión de los servicios de planificación familiar.
La información muestra que la atención de salud sexual y reproductiva se interrumpió una media de 3.6 meses, cuando los sistemas sanitarios no se daban abasto para atender los casos de Covid-19 y los gobiernos establecieron medidas de confinamiento y cerraron las actividades para controlar la transmisión.
La directora del UNFPA, Natalia Kanem, afirmó que el impacto que ha tenido la pandemia en mujeres y niñas subraya la importancia de garantizar la continuidad de servicios: “Los embarazos no se detienen; debemos asegurarnos que mujeres y niñas tengan acceso ininterrumpido a anticonceptivos”.
Inyectan más recursos para aliviar a Brasil
Un año después de haber sido declarada la pandemia por coronavirus, Brasil preocupa a los líderes del mundo por encontrarse en el peor momento desde entonces.
Brasil superó esta semana por primera vez los 2 mil muertos diarios por coronavirus, y rompió dos récords de forma consecutiva en ese indicador.
Para paliar la emergencia, el Congreso autorizó al gobierno a reanudar la ayuda de emergencia a los más pobres, por el equivalente de unos 8 mil millones de dólares.
LEG