Entre permanecer en el poder y robustecer desde la vicepresidencia al mandatario español o regresar a un escenario -más cómodo- de campaña política… Pablo Iglesias eligió el segundo.
El viraje de Iglesias, apenas anunciado esta semana, sirvió de pretexto ayer para que el líder opositor en el Congreso de España, Pablo Casado, reiterara los epítetos y acusaciones que le cuelga al Gobierno del presidente Pedro Sánchez a la menor provocación.
“Se les está yendo el país de las manos”, fue una de sus afirmaciones. Y siguió: las instituciones son como “un juego de tronos”, y los políticos “aprendices de brujo”, soltó el líder del Partido Popular.
Sánchez e Iglesias, presidente y vicepresidente, viven un proceso de separación política. El segundo buscará gobernar la región de Madrid, va a elecciones.
Iglesias subió como la espuma en la palestra política española desde hace al menos seis años. Cautivó su perfil de profesor universitario con pasado comunista.
La alianza con Sánchez la formó más bien a regañadientes y llamaba la atención a la prensa nacional e internacional su estilo, pelo largo, mezclilla, y un aspecto más bien desaliñado.
Renunció al cargo el lunes para aspirar a dirigir la región de Madrid. Los analistas de la península lo ven ahora ansioso por desenvolverse con un pie dentro del gobierno y otro fuera, “para poder dedicarse a la crítica política”, afirmó a la AFP el politólogo Pablo Simón.
Pablo Iglesias lleva exactamente el mismo nombre que el fundador del partido socialista español, cortesía de sus padres, quienes quizá sin saberlo inyectaron la sustancia que lo ha mantenido activo y apasionado en la vida política española.
El Iglesias del que hablamos nació en Madrid el 17 de octubre de 1978, y es todavía líder de Podemos, partido del ala de izquierda fundado en 2014.
Es hijo de una abogada laboralista y de un inspector de trabajo encarcelado durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) se afilió a las Juventudes Comunistas con 14 años, empezando una temprana militancia que lo llevaría a interesarse por movimientos como el antiglobalización.
LEG