En México, más de 12 millones de niños experimentan algún nivel de vulnerabilidad de agua, ya sea por vivir en zonas con riesgo de escasez o por los bajos servicios de agua potable para consumo humano; organizaciones internacionales apuntan que los menores son las principales víctimas de la crisis del agua, de acuerdo con Naciones Unidas.
En una lista de 37 países donde los niños experimentan una alta o extremadamente vulnerabilidad hídrica, nuestro país registra que 12 millones 746 mil 503 menores atraviesan alguna situación de riesgo para acceder al agua, lo que representa el 30% del total de los infantes a nivel nacional.
Una de las características del listado realizado por el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), es que la mayoría de las naciones en las que los niños sufren algún grado de vulnerabilidad hídrica son originarias del continente africano, seguido por el asiático. En América, sólo mencionan a dos países con mayor número de menores afectados: Haití y México.
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La misma Unicef refiere que, para los niños, el agua potable es esencial para su salud y supervivencia, en caso contrario, el agua no potable significa un riesgo para la salud de los menores, ya que les puede causar enfermedades o incluso, la muerte.
A nivel mundial, apuntan que 450 millones de niños viven en zonas con alta o extremadamente alta vulnerabilidad hídrica, es decir, uno de cada cinco infantes carece de agua suficiente para satisfacer sus necesidades diarias.
En ese sentido, la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, apunta que las principales víctimas de la crisis mundial del agua son los niños; explica que en las sequías se disminuye el suministro de alimentos, lo que provoca que los niños sufran desnutrición y retraso de crecimiento; mientras que en las inundaciones, los infantes contraen enfermedades transmitidas por el agua.
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“Aunque todo el mundo siente las repercusiones de la escasez de agua, nadie sufre más que los niños más vulnerables”, enfatiza la Unicef.
Por su parte, otra organización internacional, Greenpeace, apunta que la falta de agua limita la higiene, lo que agudiza la vulnerabilidad de determinados sectores de la población, los niños y los adultos mayores, para contraer enfermedades, tales como el Covid-19.
También señala que el agua contaminada puede transmitir enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería y la poliomielitis, cuyas infecciones causan la muerte de hasta 3.2 millones de personas anualmente.