Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)
¿Qué hacemos durante las vacaciones? A veces mucho, a veces poco, a veces nada. No hay un quehacer determinado, eso es lo bueno de las vacaciones; la rutina cotidiana, tan ordenada y necesaria, se rompe. La palabra vacaciones viene del latín “vacationis”, que viene del verbo “vacare”, que significa estar vacío o desocupado.
Pensemos en la serenidad de las escuelas, de las oficinas, de las calles, cuando llegan las vacaciones; el tiempo de vacaciones deja libres los espacios que suelen estar llenos, ocupados, en constante movimiento. Nuestra agenda también está vacía, las horas se funden y se convierten en momentos, en ratos, que se reciben y disfrutan como un oleaje apacible.
Aunque algunos lugares se vacían, no es porque la gente desaparezca sin más, sino que se mueve, por lo general, lejos de las ciudades. Para quienes vivimos en grandes ciudades, tan sumidos en un panorama industrializado y urbano, interrumpido de vez en vez por algún parque o alguna jacaranda, nuestro primer impulso vacacional es huir a la naturaleza. Uno de nuestros destinos favoritos es la playa. Los mexicanos somos afortunados; nuestro país cuenta con un clima delicioso y playas magníficas donde ejercitar ese exquisito arte de no hacer nada. Otros destinos predilectos son el campo, los bosques, algún valle por el cual andar en bicicleta, caminar o escalar. Siempre buscando dejar atrás la apabullante formalidad de las formas citadinas; nos movemos hacia el abrazo suntuoso y fresco de la naturaleza.
Si bien vivimos en una época cada vez más digitalizada y técnica, esto ha tenido un impacto directo sobre nuestra consideración sobre los ambientes no artificiales. Estamos experimentando una nueva idealización de la naturaleza.
No quisiera meterme con nociones ecológicas ni de cambio climático por el momento, sino señalar cómo la naturaleza se ha convertido en un idilio anhelado durante meses para descansar y desentenderse de uno mismo, del mandato de productividad. Esta idealización de la naturaleza ha sido aprovechada por la economía. El turismo es una de las entradas de capital más importantes de nuestro país. Es en este negocio turístico podríamos encontrar un equilibrio entre la estima de la naturaleza y la mano del hombre. Si cuidamos nuestros ecosistemas, podemos atraer mayor turismo. Si atraemos mayor turismo, podemos tener mayores recursos para proteger nuestras áreas naturales. Debería ser un negocio redondo.
Actualmente las vacaciones son un derecho laboral. Las luchas sociales del siglo XX consiguieron que fuera reconocido como tal y que esos días fueran pagados también. Antes, las vacaciones eran un privilegio de clases adineradas, de jueces, burócratas y estudiantes. Lamentablemente, muchos mexicanos sin gozar de vacaciones pagadas. Buena parte de la economía mexicana funciona en la informalidad, donde no se respetan tales derechos.
¿Por qué son necesarios unos días de vacaciones? El ser humano necesita descansar, despejarse, tener un tiempo libre para utilizarlo como le plazca. Salirse del entorno laboral y de la rutina permite tener un cambio de perspectiva y liberarse de ciertas preocupaciones. Las vacaciones también pueden ser útiles y productivas, y no me refiero a que necesariamente tengamos que aprender un idioma o remodelar nuestra casa durante esos días, sino a que la ausencia de obligaciones abre un espacio para que podamos pensar libremente. Este descanso mental tiene un impacto en nuestra capacidad creativa, lo cual nos puede venir muy bien al momento de volver al trabajo.
Espero que estos días de vacaciones de Semana Santa y Pascua no se traduzcan en un recrudecimiento de la crisis sanitaria que estamos atravesando. Después de un año de confinamiento, es difícil no sentirse desesperado por viajar. Sin embargo, hay que pensar en comunidad; nuestras acciones pueden abonar a frenar los contagios, pero también pueden poner en peligro nuestra salud.
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!
@hzagal