Adelaida tiene 30 años, es de origen purépecha y es madre soltera. Estudió sistemas computacionales, pero decidió ser policía comunitaria en Cherán, Michoacán.
En esa localidad generalmente está mal visto formar parte de la policía comunitaria siendo mujer; hoy hay sólo seis.
Ella decidió tomar este camino, asegura, motivada por el amor al bosque y al hecho de saber que está apoyando a su comunidad.
Al principio su familia no estaba de acuerdo con su decisión, aunque después la aceptaron, dice, al ver su firmeza y el cambio positivo en su vida.
Ella trabaja turnos de 24 x 24 sin descanso, por lo que no tiene mucho tiempo para hacer una vida fuera de la policía comunitaria; aun así, en su tiempo libre decide arreglarse, salir a ver tiendas, procurar a su familia y hacer labores del hogar. Confiesa que ejercer como policía comunitaria ha sido difícil en algunos momentos, pues los delincuentes se ponían muy violentos con ella. Por eso, asegura, con el paso de los años ha tomado más carácter.
Asegura que los índices de delincuencia bajaron considerablemente y que durante la pandemia los delitos graves bajaron, y aumentaron en cambio las llamadas de atención por fiestas.
De las cosas que más disfruta hacer es poder ir a ayudar a apagar incendios; cuenta que como guardia comunitaria tomas más conciencia de lo que significa cuidar el campo, los bosques y las tierras.
Debido a su riqueza maderera, en el año 2005 el municipio de Cherán comenzó a ser blanco de la tala de árboles inmoderada e ilegal.
El 15 de abril de 2011, el pueblo se levantó en armas para defender su bosque de los madereros, expulsando de paso a la policía y a los políticos.
A partir de ese momento, Cherán pasó a autogobernarse por usos y costumbres, con un sistema de autoridades políticas y de seguridad propias (policía comunitaria).
Se calcula que el crimen organizado deforestó 17 mil hectáreas a partir de 2008. Actualmente, la comunidad de Cherán lleva reforestadas 3 mil.
LEG