En política todo se vale.
Y hoy el destino juega a favor de Claudia Sheinbaum, para muchos la favorita presidencial para candidata en 2024.
O dicho de otra manera, por las circunstancias del momento se rezaga Marcelo Ebrard, el segundo en liza para la sucesión.
Tal vez no hubiera sido necesario llegar a este luto.
Desde principios del sexenio pasado el Gobierno de Miguel Mancera encontró serias anomalías en la construcción de la Línea 12 del Metro.
El entonces jefe del organismo, Joel Ortega, dio detalles y se dispuso la suspensión del servicio para no poner en riesgo a unos 400 mil usuarios diarios.
Llamada paradójicamente línea dorada, se intentaron remiendos simples para no afectar a los pasajeros, pero fue imposible.
“Muchos piensan que la Línea 12 era un problema sencillo, pero no ha sido así. 30 ó 40 por ciento de nuestro tiempo se dedica a atenderla”, declaró entonces Ortega.
De la revisión contable poco se supo y al final hubo relevo en el Sistema de Transporte Colectivo (SCT): se fue Joel Ortega y llegó Jorge Gaviño.
PASADO Y PRESENTE
Hoy el tema es distinto.
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, está ante la posibilidad de mostrar exactamente qué sucedió entonces y luego para el brutal accidente.
Sí ajustar cuentas con el ayer, pero también con el hoy, pues su Gobierno lleva dos años y debe saberse por qué no se le dio mantenimiento.
Si sólo fuera lo primero, Marcelo Ebrard iría al Ministerio Público y su entonces secretario de Finanzas, Mario Delgado.
Por fin debemos saber por qué se disparó la construcción de la única ruta construida por la actual sucesión gubernativa de la Ciudad de México, de Cuauhtémoc Cárdenas a Claudia Sheinbaum.
De Gustavo Díaz Ordaz a Ernesto Zedillo, con Oscar Espinosa en el Gobierno de la ciudad, se construyeron varias líneas y ninguna ha colapsado.
Hasta el lunes, los accidentes se debieron a errores humanos, no estructurales.
Al margen de investigaciones pasadas -sólo faltaría culpar a Felipe Calderón porque fue en su tiempo cuando Marcelo Ebrard levantó su obra estrella-, deberemos exigir garantías para evitar más tragedias como ésta.
EN HOTEL DE BORGE
1.- La vida te da sorpresas.
No es necesario recurrir a la canción de Rubén Blades para confirmarlo.
Vea usted: durante su gira por el sur para pedir perdón a los mayas, el Presidente se hospedó en Chetumal en un hotel… ¡de Roberto Borge!
Sí, el Fiesta Inn de Chetumal.
La clase política local tomó nota sobre todo porque el ex gobernador de Quintana Roo es visto como símbolo máximo de la corrupción priista.
¿Nadie le habrá informado al señor de Palacio Nacional los terrenos por donde avanza y los cuartos donde se instala?
Y 2.- Sucedió también durante la misma gira:
La comitiva presidencial avanzaba con celeridad en zona maya muy delante de los reporteros de la fuente, quienes llegaban tarde a todo.
Y apenas habían ingresado al lugar del evento central cuando se les pidió salir con urgencia “porque los deja el avión”.
Tal vez por eso no pudieron informar sobre las múltiples protestas de nativos, porque las obras federales invaden su territorio y sus reservas.
LEG