Con el desplome en la Línea 12 del Metro se ha abierto nuevamente esa añeja herida del oriente de la Zona Metropolitana, lamentó la Arquidiócesis de México.
A través de su editorial dominical, expuso que “cuando en 2006 se anunció la construcción de la Línea 12 del Metro, hubo esperanza entre los habitantes de la zona oriente de la Ciudad de México, que en esos años experimentaba un fuerte crecimiento demográfico, con su consecuente incremento en el tránsito vial”.
“Esta Línea representaba el ahorro de una hora, o más, en el tiempo de traslados de los habitantes de Valle de Chalco, Tláhuac y pueblos como Mixquic, Nopalera o Zapotitlán, entre otros. Era una solución necesaria y urgente para mejorar la calidad de vida de millones de personas”, manifestó.
Ahora, con el desplome de un tramo elevado (que dejó 26 personas fallecidas y decenas lesionadas), la iglesia destacó que “la zona afectada por la nueva suspensión del funcionamiento de la Línea 12 del Metro necesita de una urgente y cercana atención. Muchas de las personas que ahí habitan son de escasos recursos, gente en estado de pobreza, cuya vida puede hacerse miserable si no se les apoya de la manera correcta y se atienden sus necesidades prioritarias”.
“La tragedia en Tláhuac requiere, sí, de la investigación para determinar sus causas y responsabilidades, pero también de la suma de todos los sectores sociales: gobiernos, empresarios y ciudadanos, para apoyar a una región muy lastimada desde hace años”.
LEG