Hace unos días, fuimos testigos de cómo la mal lograda “austeridad republicana” alcanzó uno de los puntos más crudos, ya no hablamos de dinero, sino de abrazos y empatía.
Gran parte de la sociedad civil quedó sorprendida por la falta de pronunciamiento del presidente López Obrador, frente a la tragedia del Metro de la Ciudad de México, que al momento ha arrebatado la vida a 26 personas y suma decenas de lesionados.
Desde el gremio minero hacemos extensivas nuestra solidaridad y apoyo a las familias afectadas, esperamos que nunca se repita un incidente de esta índole, que los recursos sean correctamente ejercidos en la construcción y mantenimiento de la infraestructura de nuestro país, que el dinero que se ha dejado de aplicar en algunos rubros por las políticas impuestas de la 4T, no se traduzca en riesgos y tragedia.
Ya situados en el escenario de esta administración, comentar que a la conferencia mañanera del Presidente llegó una vez más al oído de todos, el tema del desvío de 55 millones de dólares por parte Napoleón Gómez Urrutia en contra de los trabajadores mineros, tema por cierto, muy conocido por el mandatario, ya que a pesar de que había más de 7 mil denuncias por este hecho, el Presidente decidió regalarle a Napillo una curul en el Senado de la República.
Al parecer el Presidente se empieza a dar cuenta de que Napito también lo engañó, ya que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje le ordenó devolver los 55 millones de dólares que desaparecieron en 2005 provenientes de la venta de las acciones de Mexicana de Cananea y que debieron llegar al bolsillo de los mineros.
Hoy la JFCA ordena cumplir la resolución del Tribunal Colegiado; sin embargo, Napillo y su equipo de secuaces, abogados y cómplices se niegan a pagar, argumentando que este asunto debe “analizarse de fondo”, es decir, que por más ridículo que suene, 16 años de análisis del conflicto no le han sido suficientes al senador morenista.
Tras la aparición de las primeras denuncias, y en posesión del dinero, Napito buscó echar la culpa a todos los involucrados en la venta de las acciones, pasó por los bancos, las empresas e incluso a los trabajadores. De acuerdo a su pensar, los 55 millones de dólares eran de él y solo de él.
Hay que recordar que Napillo huyó de México con todo y el dinero a Canadá, de ahí, vendió una historia de victimización y persecución política que le sirvió para librar la justicia por años, a tal grado que logró, como ya decíamos, engañar al Presidente y hacerle creer su inocencia.
Los mineros tampoco olvidamos que durante su autoexilio vivió como rico, se hizo de un departamento de lujo y viajó por el mundo con esposa, hijos, nueras y nietos, sin la menor preocupación.
Las mentiras y engaños están alcanzando al senador de Morena, las opciones parecen ser cada vez menos. El jueves pasado en La Mañanera, el Presidente escuchó el contenido del laudo que ordena pagar a Napillo los 55 millones de dólares, a lo que comentó que atendería el asunto, para que se cumpla con dicho fallo.
El teatrito que montó Napillo desde hace 16 años parece tambalearse y dejar al descubierto que de ninguna manera es víctima, que mintió a los trabajadores y le vió la cara al Presidente, que se quedó con los 55 millones de dólares de los mineros, muchos de ellos ya fallecidos, y que es un senador con delitos imputables.
Esperemos que pronto el Presidente dé muestras de solidaridad a la clase obrera y que por fin, llegue la justicia a las familias mineras defraudadas por el hasta ahora intocable senador de Morena Napoleón Gómez Urrutia.
@CarlosPavonC