Foto: AFP En general, cuando las alarmas suenan en el país de Oriente Medio, la gente debe permanecer en sus casas y entrar a los refugios  

Perla Lerner es colombiana y lleva 30 años viviendo en Israel. Enseña español. Ella y sus cuatro hijos no se han acostumbrado a las alarmas y a los misiles que iluminan el cielo (al ser interceptados) sobre sus cabezas, solo han aprendido a tolerarlos, porque a eso “nadie se acostumbra”.

Durante los últimos días, Israel es un polvorín que se desgasta entre alarmas antimisiles, explosiones en el cielo, disturbios en las calles… y muerte.

El peor día: el lunes 10 de mayo, cuando se celebraba el Día de Jerusalén. “Se cerraron las carreteras que conducen hacia el sur del país, hacia la Franja de Gaza, todas las carreteras estaban cerradas para evitar una tragedia”, dice Perla.

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En general, cuando las alarmas suenan en el país de Oriente Medio, la gente debe permanecer en sus casas y entrar a los refugios, al propio o al más cercano.

“Tú entras al refugio, cierras la puerta, esperas que caiga o escuchas el ruido cuando cae la bomba y cuentas 10 minutos para poder salir de nuevo. Esa es la vida cotidiana. A las tres del mañana, a las dos, todo el tiempo”, narra la mujer a 24 HORAS.

Perla explica que existe una ley en Israel que obliga a que todas las casas sean construidas con un refugio: “Es como un cuarto blindado dentro las casas, es un cuarto que se utiliza para dormir o lo que tú quieras. El país los construyó para todos los ciudadanos, todos lo edificios tienen refugio, no puedes construir sin ellos”.

Cuando suena una alarma, Perla tiene 15 segundos para llegar al refugio de su casa.

“En las calles, cada determinados metros hay un refugio, en las estaciones de autobuses, en los supermercados, y si estás en automóvil, cuando suena la alarma te bajas y entras a uno”.

Estos sitios durante el día están cerrados, cuando no hay guerra. En el momento en que hay conflicto y sirenas, el refugio se abre automáticamente.

No hubo canto ni baile, sino misiles…

Perla vive a 7 kilómetros al sur de la Franja de Gaza, y recuerda que antes de que Hamás se hiciera del gobierno en dicho territorio, hace 14 años, había buena convivencia con los palestinos. Pero eso se acabó, y el futuro no viene mejor.

Al describir los últimos días las palabras se agolpan en el teléfono: “hubo atentados, muertos en las carreteras, terroristas con cuchillos, apuñalamientos, pero la situación más difícil se presentó el Día de Jerusalén (10 de mayo), un día de fiesta en Jerusalén y en el Muro de los Lamentos”.

En lugar de cantos y banderas, continúa, “hubo disturbios, gases lacrimógenos, y al final misiles hacia Jerusalén”.

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Para Perla fue algo inédito, 30 años después de su arribo. Israel no abusó de la fuerza, sostiene, pues ataques palestinos hubo desde hace al menos tres semanas… sin respuesta, hasta el lunes pasado. Y ese sentimiento predomina, narró a este diario, el de unidad con el gobierno de Benjamín Netanyahu.

“En estos momentos estamos todos unidos. El Gobierno, el ministro de la Defensa, todos estamos juntos con el Primer Ministro, con la misma idea, apoyando uno al otro para poder llegar a una solución”.

 

Con colaboración de Elizabeth Rivera