Es la primera vez en lo que va de esta administración del presidente Andrés Manuel López Obrador que la actividad industrial tiene un resultado positivo.
Todo el 2019, todo el 2020 y el primer bimestre de este 2021 fueron meses de caídas constantes, lo que nos confirma que la crisis económica derivada de la pandemia de Covid-19 solo agravó la mala condición que ya presentaba el desempeño económico mexicano.
Este repunte del 1.5% del Indicador Mensual de la Actividad Industrial durante marzo pasado en su comparación anual es buena noticia, pero como siempre hay que ver los detalles porque ahí está el demonio.
Lo que permitió que estadísticamente, el sector industrial regresara al terreno del crecimiento, que abandonó desde 2018; además, fue el sector de las industrias manufactureras la que presentó un repunte en términos anuales del 5.5%.
Este aumento compensó al resto de los sectores que siguen en franca caída. La minería se apuntó otro descenso, durante marzo pasado del -2.1%. Este sector industrial no ha dejado de caer de forma estrepitosa desde 2014.
La generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, agua y gas, presentó en marzo pasado un resultado anualizado negativo de -3.1%. Este es uno de los sectores industriales que más han sufrido a la 4T, porque después de la reforma energética del 2013 empezó a subir como la espuma. Pero claramente, cuando López Obrador impuso con más fuerza su política energética arcaica, a mediados de 2019, el derrumbe ha sido claro y en picada.
Y finalmente, el otro sector que compone este indicador industrial es la construcción. En términos anuales, durante marzo pasado presentó una caída de -5.6% dentro de una actividad que sigue sin encontrar el piso, borrando claro el parón por la pandemia. La construcción creció modestamente durante los diez años previos a la 4T, pero esa aversión a las empresas privadas, con todo y el golpe de cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco, dieron la puntilla a esta actividad que además emplea a millones de mexicanos.
Ahora, la actividad manufacturera, que levanta la cabeza en el nombre de la industria mexicana, también tiene una historia dispar. Cuando se analizan las entrañas de la actividad fabril, nos encontramos también con historias de terror.
Ahí están las grandes estrellas de la industria de exportación, la fabricación de automóviles, con todo y su crisis actual de chips, muestran números envidiables. Básicamente porque en Estados Unidos hay una tormenta de dólares y los consumidores quieren comprar y comprar.
Pero están también sectores como el del vestido y la confección, con una caída en mazo pasado en términos anuales del -20.9%, o el curtido de pieles, con el -15.9%. Actividades industriales que también son altamente intensivas en mano de obra. Si el consumidor no lo nota, ahora que regresa a los centros comerciales, es porque las tiendas se llenan de importaciones que suplen los productos de estas fábricas mexicanas en franca depresión.
Nada como ver los detalles del comportamiento económico para alejarnos del discurso simplón mañanero y dimensionar dónde vamos hasta ahora.
@campossuarez