Muhammad Ali
Foto: JOHN ROONEY La disputa por el cinturón de los pesos pesados en el boxeo tuvo una de sus épocas doradas en la década de los 60 con el ascenso de Muhammad Ali  

La disputa por el cinturón de los pesos pesados en el boxeo tuvo una de sus épocas doradas en la década de los 60 con el ascenso de Muhammad Ali, previamente conocido como Cassius Clay. Quien es considerado por muchos como la más grande figura del boxeo de todos los tiempos, protagonizó uno de los momentos que quedaron plasmados para el futuro en 25 de mayo de 1965, la revancha contra Sonny Liston.

Sin embargo, hay que remontarse un año atrás para recordar cómo se dio esa pelea. En 1964, Ali y Liston chocaron por primera bajo la promesa del joven maravilla del pugilismo de destronar a uno de los más terribles boxeadores.

La primera batalla se libró en Miami con un Cassius Clay a plenitud que sentenció en el sexto round la pelea y convirtió en campeón de los pesados apenas con 22 años. Liston no pudo mantener el ritmo su equipo prefirió tirar la toalla en el séptimo round.

El orgullo de Liston aunado al deseo de millones por ver nuevamente una exhibición entre los dos pugilistas provocó que 15 meses después se realizará la segunda batalla, la final, la que enmarcaría a Clay como un monstruo que estaba por dar sus mejores golpes.

Si bien no había una revancha por contrato, había un tipo de derecho para que alguno de los dos lados solicitara una segunda pelea, algo que al final se concretó con el sí de parte del nuevo integrante de la comunidad musulmana.

El 25 de mayo de 1965, ya como Muhammad Ali, el joven campeón de los pesados se vio de nuevo las caras con Liston, esta vez para dejar en claro quién era el nuevo rey.

L espera del combate fue más duradera que la misma batalla en el encordado, pues no pasó del primer episodio. Lejos del glamour que se viviría años después con las fastuosas peleas en Las Vegas, la revancha se realizó en Lewiston, Maine.

Ali, con pantaloncillos en blanco y un detalle en negro, dejó una de las postales más icónicas de la historia del deporte. Se dio la campanada y comenzó el movimiento en el ring.

Ali esperando a Liston yendo por todo el encordado con un gran juego de piernas y una defensa baja que invitó al retador a soltar los primeros goles, o en muchos casos, amagos. Apenas unos cuantos aterrizaron en la humanidad del campeón sin la peor perturbación.

Corriía el reloj, pasó el primer minuto de combate y Listón no veía un escollo para hacer daño. Ali siempre alerta, tranquilo, sin intención de atacar de inmediato. Liston, agresivo, persiguiendo a su rival, pero con desesperación por no tener un espacio para golpear. Ali conservó la distancia magistralmente.

Entonces, al llegar a los dos minutos de combate, Liston lanzó un recto de zurda que apenas y tocó a Ali en el hombro derecho y le dio el espacio para atacar. Cruzado de derecha, nada potente, nada del otro mundo, solo un golpe asestado en el lugar correcto para mover la mandíbula de Liston y ponerlo con los guantes sobre la lona para después recostarse.

Ali se paró frente a él y con brazo cruzado y expresión intimidante, festejó su triunfo 21. Aún no se daba por terminadas el combate, pero sabía que estaba terminado. Liston se puso de pie y se sintió con valor para mantenerse en el combate. Mala idea. Solo fueron unos cuantos segundos para evidenciar que por ninguna vía iba a poder continuar.

El referí paró la pelea y Ali defendió exitosamente su cetro. Otro episodio de la leyenda. Otra imagen que inmortalizó al boxeo. Un momento congelado en el tiempo que cuenta la historia por sí mismo.

 

 

fahl