Tras 8 años bajo el mandato de Hasán Rouhaní, elegido por el voto popular en 2013 y reelecto en 2017, Irán decidirá a un nuevo presidente el próximo 18 de junio; proceso para el que 592 personas, incluidas 40 mujeres, presentaron su candidatura al Consejo de Guardianes.

Irán es uno de los países claves en Medio Oriente por varias razones: su programa nuclear y el apoyo a Irak y Siria, pues comparten la misma rama del islam, la chiita; lo que hace que países del extranjero vean a Teherán como parte del problema… y de la solución.

Esto puede cambiar tras la elección, pues la política interna iraní es una constante lucha entre conservadores y reformistas moderados.

Irán no es un Estado gobernado por un partido único, por una cúpula militar o por una dinastía, sino que está controlado por una élite político-clerical con diversos individuos y grupos que se disputan el control del sistema, y las alianzas internas son flexibles en función de los intereses de cada grupo.

Uno de esos grupos es el Consejo de Guardianes, que es el órgano colegiado previsto en la Constitución y el único que puede aprobar a los aspirantes para asumir el cargo de Presidente o diputado del parlamento. Está compuesto por 12 miembros: seis clérigos expertos en jurisprudencia islámica y seis juristas.

Este 2021, el Consejo de Guardianes dispuso de cinco días para aceptar y rechazar las 592 candidaturas a la presidencia, donde finalmente solo fueron seleccionadas siete personas. De esos, cinco son conservadores y dos reformistas. Todos hombres.

El juego político es muy intenso, aunque las reglas establecidas por la élite sean muy restrictivas para aquellos grupos o personajes periféricos a la misma. Los resultados electorales, aunque muchas veces previsibles, han dado más de una sorpresa a propios y extraños.

El Presidente Rouhaní dijo: “El alma de una elección es la competencia y si eliminas la competencia, la elección se vuelve como un cuerpo sin alma y colapsa”.

LEG