La economía mexicana atraviesa por una fase de reorientación. Ha caducado un modelo de desarrollo, lo que se manifiesta en la pérdida de las condiciones de crecimiento sostenido y estabilidad, así como en la acumulación hasta niveles inaceptables para la sociedad de empleo y de todo tipo de desigualdades.
Hay que evitar los cuellos de botella de corto y mediano plazo y cuidar que no se deteriore la participación de los trabajadores en el mercado interno.
Esto último requiere disminuir la tasa de desempleo y conservar los niveles lo que eso a su vez lleva a la conveniencia de aminorar la inflación la cual sin embargo se mantendría relativamente elevada pues es ineludible aumentar la actividad económica para cumplir con los propósitos de consolidación.
Pueden producirse graves deformaciones de la estructura económica si el incremento de los fondos públicos y la mayor capacidad para importar no se emplea desde el principio para desarrollar el aparato de producción y distribución en favor de las mayorías y simplemente se liberan restricciones al crecimiento y al gasto (incluso el dispendio social) para expandir la presente estructura económica.
Mayor crecimiento económico para ampliar la base productiva elevar el empleo y comenzar a cubrir rezagos sociales esto exige incrementar la demanda y frenar la actual tendencia alcista de precios que cederá en la medida en que se resuelvan deficiencias de producción y problemas de distribución incluyendo prácticas especulativas aunque es factible continuar bajando los aumentos de precios tanto los factores locales como los efectos de las persistente inflación mundial agotan a corto y mediano plazo la viabilidad de ascensos en las cotizaciones menores 10%.
En este contexto, se han fijado objetivos nacionales como guía para orientar el crecimiento y marcar las prioridades nacionales:
a) Conseguir que toda la población alcance mínimos de bienestar en alimentación, salud, educación y vivienda y;
b) Fortalecer la capacidad de autodeterminación de los mexicanos para decidir sobre la organización y funcionamiento de su sistema económico y social, dentro de respeto los grandes acuerdos regionales y globales porque los contratos que han cumplido sus compromisos que pueden ayudar a un mejor uso de los recursos públicos.
El esfuerzo debe concentrarse de bienes y servicios nacional y socialmente necesario, destacando alimentos y energéticos por su importancia en el bienestar social y en la fortaleza del proceso económico; estos se pueden impulsar ramas de bienes de consumo básicos, de insumos para la elaboración de estos y de renglones estratégicos para la economía y la capacidad de autodeterminación.
En el primer sector los bienes públicos son indispensables; en el segundo respetando con la ley en la mano lo que ya firmamos autorizamos., cancelar contratos debe ser excepción no la regla el impulso de la producción prioritaria debe realizarse mediante un abandono progresivo de los alimentos de economía ficción, de acuerdo con una política de precios reales y transparencia de las relaciones económicas, como fórmula necesaria para lograr eficiencia del aparato productivo y de distribución.
La oferta de los particulares requiere del impulso de precios remuneradores, sin que signifique abusos contra los consumidores (sobre todo los productos básicos) o ganancias fundadas permanente en la protección de la competencia externa y la subvención desmedida del estado. Estos apoyos del sector público deben tener propósitos sociales o fomento a la producción claramente identificable y revisarse periódicamente para no propiciar estructuras artificiales; así mismo, deben ser siempre transparentes, incluso entre las entidades paraestatales, además de cargarse a las cuentas de gobierno para identificar adecuadamente su rentabilidad social.
Las perspectivas de mediano plazo de la economía internacional son de lento crecimiento y agudizado proteccionismo por ello es preciso de manera muy cuidadosa los renglones donde debe descansar nuestra penetración de los mercados internacionales, así como establecer una decidida política de estímulo a la exportación.
Aprovechando los grandes mercados regionales en la que ya estamos con intereses a venir. Estados Unidos crecerá por la gran inyección de recursos. China tiene interés que sus empresas se establezcan en México hay que aprovechar esas ventajas.
Muchos de estos elementos se han planteado de nuevo con otros enfoques, pero siempre hay posibilidades que no pasen por afanes destructivos de ambas partes sociales.
Las partes anteriores no pueden calificarse de neoliberales: predomina el nacionalismo y la promoción económica con sentido social.
Hace décadas eran parte de la política presidencial y se instruyó su aplicación pero todo puede pasar, tres secretarios importantes cambiaron esa opinión y promovieron apostar todo al petróleo, no les gusto que el PIB promedio fue 7.5% con un sector petrolero creciendo al 18% y al agropecuario al 4.6% la pesca arriba del 20%, la electricidad al 11%, bienes de capital al 17%.
El extremo fue decirle al presidente por el gabinete económico que México podía crecer al 10% sin inflación. Ni el famoso exsecretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena hubiera ofrecido tanto.
Hay que serenarse y aprovechar que Estados Unidos seguirá creciendo con fuerza y México está en una posición estratégica para conectarse también con China, por lo que hay que reducir los conflictos internos y entender el T-MEC es una gran oportunidad, la rectoría del estado y la economía nacional no peligra por una participación en bien regulada la inversión privada. Esta es y seguirá siendo un factor clave México tiene derechos propios que están inscriptos por voluntad del congreso en la economía global, donde nos conviene navegar mejor que experimentar de nuevo fracasos anteriores.
La escuela vieja de la política decía: “Si le va bien al presidente le va bien a México y si eso pasa me va bien a mi o a mis hijos”. Nadie por más importante que sea debe abusar y, reitero ambos sectores, públicos y privados, deben hacer un esfuerzo de conciliación y respeto mutuo si hubo o hay exceso, estamos a tiempo.
De lo contrario, nos pegaremos un tiro en el pie.