El primer reporte de la empresa Det Norske Veritas (DNV), contratada por el Gobierno de la Ciudad de México para llevar a cabo el peritaje del accidente de la Línea 12 del Metro, dejó muy claro que lo publicado unos cuantos días antes por The New York Times (NYT) había sido una filtración.
Dos fuentes oficiales lo confirmaron. La Fiscal de la capital, Ernestina Godoy, quien aseguró que la llamada “Zona Cero” y todos los materiales recabados en el lugar del accidente fueron resguardados de tal manera que no había posibilidades de un detallado análisis fotográfico, como lo aseguraba el reportaje.
Y la segunda y más contundente fuente para confirmar la filtración fue el propio presidente Andrés Manuel López Obrador quien, sin chistar, aseguró que la investigación se había filtrado a la prensa. Punto.
No era difícil ver la utilidad de una filtración a un medio del tamaño del NYT cuando ese informe preliminar del DNV apuntaba, sin escala alguna, a fallas estructurales. Por lo tanto, a la construcción inicial y por ello al promotor de la obra: Marcelo Ebrard Casaubón.
Así de conveniente para la actual administración capitalina que con el respaldo de una intachable empresa extranjera se lavaba la cara desde la nota principal de la edición dominical de uno de los diarios más influyentes del mundo.
Quizá los lectores internacionales se habrán quedado con esa parte de la historia. Pero en México no. Apenas unas horas después de presentado el reporte preliminar de DNV, se publicó un reporte del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM) que apuntaba a la presencia de fisuras y deformaciones en la obra que también remitían a fallas estructurales.
Pero este reporte, que fue de una inspección a toda la Línea 12 y no solo al tramo del accidente, dejó algo al descubierto.
Les bastó a estas 37 brigadas del Comité Técnico de Seguridad Estructural del CICM apenas unas cuantas semanas para llegar a la conclusión de que tanto el tramo elevado como el subterráneo de esta línea no debe ser reabierto ante los evidentes peligros que presenta.
Sí, evidentes fallas, documentado solo con fotografías y testimonios presenciales. Esto significa que tanto el Gobierno de Miguel Ángel Mancera como el actual de Claudia Sheinbaum pudieron haber llegado a la misma conclusión, rápido y sencillo, antes de la desgracia. Pero simplemente no se tomaron en serio la verificación de las condiciones de esa infraestructura.
Claramente, la actual administración de la Ciudad de México ha usado esos peritajes de la desgracia de la Línea 12 para golpear al canciller Ebrard sin reparar en que la omisión en detectar las evidentes fallas que encontró tan rápido el CICM es del actual Gobierno.
Va a ser difícil que a la administración de Claudia Sheinbaum se le caiga alguna obra importante de la ciudad, porque simplemente no han hecho ninguna.
Y encima de todo creen que pierden las elecciones por una guerra sucia de sus opositores, cuando la guerra es intestina dentro de la 4T, donde claramente por sus obras los conoceréis.
@campossuarez