La derecha en general y los panistas en particular no sólo mantienen un doble discurso, sino que la traición se les da por vocación. Ahora en voz del presidente de la Comisión Política del PAN y diputado electo, Santiago Creel, piden al Presidente de la República abrir las puertas de Palacio Nacional para dialogar sobre los grandes problemas nacionales.
Cuando ellos estuvieron en la Presidencia nunca abrieron la puerta a nadie. Tampoco le pidieron espacio al PRI, pero ahora, ante la clara derrota electoral no les queda más recurso que sentirse parte del Gobierno, y para eso está el Poder Legislativo, donde los panistas han dado muestras de mucho coraje, muchas críticas, mucho odio, pero pocas propuestas.
Cliente consuetudinario de un restaurante frente a la Alameda, a donde asiste acompañado de Marko Cortés, pueden escucharse algunas palabras de sus pláticas donde muestran que el PAN no tiene buenas intenciones. Si fueron capaces de engañar sobre la eficacia de la vacuna, si aumentaban el número de muertos por la pandemia, si politizaban la falta de medicamentos, si tuvieron la falta de sensibilidad de montarse en la desgracia del desplome de la Línea 12 del Metro, nadie podría convivir con ellos para un fin noble. La oposición mostró más salvajismo que amor a la democracia, más desesperación que respeto por la voluntad popular. Ahora, cómo creerles.
Lo que deben hacer desde ahora es juntarse y buscar un líder que los represente. Alguien sólido y con trayectoria limpia y honrosa, pero de todos no se hace uno. Ni modo de pensar en Diego, o en Anaya, o en Gamboa Patrón, o Javier Lozano o en el propio Creel para ser líder de la oposición con más porros que políticos. Ni siquiera mueve a risa por lo patético.
Todavía no reconocen que López Obrador les sigue quedando muy grande como contrincante y muy lejano a sus intentos desestabilizadores.
Creel, con más mala leche que ingenuidad, plantea que el Presidente de la República no dialoga con la oposición desde hace tres años. La derecha no es de fiar. Ni modo que lleguen a platicar “sin hipocresías” Lili Téllez, o Xóchitl Gálvez, o Julen Rementería o Kenia López. Quieren convertir el Palacio Nacional en un patio de vecindad.
Con la hipocresía que envuelve su discurso, Creel afirma que dicho diálogo tiene la intención de que “estos últimos años de su Gobierno sean exitosos en los grandes temas nacionales”, como si el Presidente necesitara ayuda de una oposición carroñera a la que no se le conoce propuesta alguna.
Más que una convocatoria parece un reto, un insulto a la inteligencia del Presidente y una burla a la dignidad de los mexicanos.
Los números en las urnas parecen haberles desubicado en el tiempo y en el espacio, tal vez encontrar un líder real pueda darles un faro en el frágil puerto de su naufragio.
PEGA Y CORRE. – La intolerancia propia de los panistas vuelve a expresarse al debatir en la próxima reunión del comité municipal de Chihuahua la expulsión de ese partido del gobernador Javier Corral Jurado, por favorecer candidatos de otros partidos. Todo por no apoyar a la amiga de César Duarte, Maru Campos, quien a pesar de tener dos demandas penales en su contra fue electa para la gubernatura. No apoyar a un candidato del mismo partido no implica necesariamente apoyar a otros… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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