Alfonso Zayas, el popular actor del llamado cine de ficheras ha fallecido. El mundo del cine, ese arte abstracto que a más de uno encanta, está de luto.
Zayas, quien luchaba contra los estragos que una peritonitis había dejado en su cuerpo, además de dos tipos de cáncer, de piel y próstata, tenía 80 años.
El emblemático actor, quien se hiciera popular por sus papeles en los que encumbraba a personajes de barrio, de esos netos y directos, era hijo de artistas. Sus padres, Alfonso Zayas Zetina y Dolores Inclán recorrían el país entero en una carpa, de esas que dieron vida a la comedia mexicana. Él era músico, ella actuaba.
EL ARTE… DE SOBREVIVIR EN LA CALLE
En lo que se refiere a Alfonso, él nació un ya lejano 30 de junio de 1941 (hace algunos días había sido su cumpleaños) en Tulancingo, Hidalgo, tierra famosa por su pulque pero, también, por su barbacoa.
En entrevistas que brindó a medios, Zayas recordaba cómo era vivir de la carpa y cómo veía que sus padres (él mismo) “morían de hambre”, por lo que quería hacer de todo menos dedicarse a la actuación… Al final, el destino le jugaría una “mala pasada” que lo llevaría a consagrarse en el cine nacional.
En su periplo actoral a Zayas Inclán se le recordará por sus memorables interpretaciones en Piernas de Oro (su debut en el cine mexicano), La criada bien criada, Duro pero seguro, y Esta noche cena Pancho. El actor participó en más de 170 filmes y en una que otra producción televisiva como “Vecinos” de Televisa.
El rey del cine de ficheras se casó en siete ocasiones y tuvo nueve hijos. Su última pareja fue Livia García.
Michel Franco, un cineasta mexicano honesto, inspirador y polémico
El cine de ficheras tuvo gran auge en México durante la década de los setenta e inicio de los años ochentas. El término se debe a una de las primeras películas del género, “Bellas de noche (Las ficheras)”, la cual vio la luz en 1975.
Criticado por avezados especialistas de cine, el género perduró debido a que retrataba, con humor y no fría exactitud, la vida del México urbano en el que los cabarets eran la “onda” y en el que la vida nocturna era abundante, con grandes salones de por medio.
El ocaso del cine de ficheras, llamado por uno que otro estudioso del séptimo arte como “comedia erótica mexicana”, decayó a inicios de los años ochentas, precisamente, cuando los cabarets fueron desapareciendo de las grandes ciudades por las prohibiciones y cuando el llamado cine nacional “resurgió”.
FF