Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana y miembro del Sistema Nacional de Investigadores)
El 16 de julio se conmemora el Día mundial de la serpiente. No son un animal con el que uno quiera cruzarse. Aunque no todas las serpientes son venenosas, su sola mordida puede representar una amenaza a la vida humana. La serpiente no sólo puede ser un peligro para nuestra integridad física, sino también para nuestro espíritu. ¿Recuerdan aquel episodio bíblico del Génesis que provocó la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén? Dios les había prohibido comer el fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal. Sin embargo, una serpiente tentó a Eva, la sedujo diciéndole que si comían del árbol “serían como dioses”. Dios reprende a Adán y a Eva por haberlo desobedecido, pero también castiga a la serpiente condenándola a andar la tierra sobre su vientre y comer polvo por el resto de su vida. Además, hace surgir enemistad entre el ser humano y la serpiente: el primero buscará aplastar la cabeza de ésta. Los cristianos suelen identificar a esta serpiente con el diablo o Satanás, aunque el Génesis no lo menciona. Esta identificación se origina en el libro del Apocalipsis, donde se habla de un dragón, una serpiente antigua que se dedica a engañar.
La serpiente también está presente en el relato bíblico del Éxodo. Moisés y Aarón, su hermano, se presentan ante el faraón para comunicarle que Dios le ordena liberar a su pueblo. Como muestra del poder de Dios, los cayados de Moisés y Aarón son transformados en serpientes. Este truco era muy popular en Egipto, por lo que los magos del faraón no tuvieron dificultad alguna en realizarlo también. Sin embargo, la demostración del poder de Dios no era la transformación de los cayados en serpientes, sino en que las serpientes-cayados del pueblo hebreo devoran a las serpientes-cayados de los egipcios.
Las serpientes también están relacionadas con la salud. Quizás sea su muda de piel lo que fomente relacionarlas con la renovación, la transformación, el tránsito de un estado a otro; en este caso, de la enfermedad a la salud. También es significativo su carácter venenoso. La tradición médica de la Grecia antigua consideraba que la salud consistía en un equilibrio corporal que dependía de una correcta proporción de humores o sustancias. Así, tenían presente que una misma sustancia puede curar o intoxicar según qué tanto de ella se consumiera.
¿Conocen la vara de Asclepio? Es un símbolo de la salud y la medicina. Tal cual como lo dice su nombre se trata de una vara en la cual está enrollada una serpiente. Este símbolo está presente en el logo de la Organización Mundial de la Salud. Asclepio es el dios de la medicina en la mitología de la antigua Grecia, hijo del dios Apolo y de la mortal Coronis. ¿Qué relación tienen las serpientes con Asclepio? Los templos dedicados a Asclepio eran también centros de curación y reposo para los enfermos. Los cuidados que podían recibirse en estos lugares consagrados a Asclepio dependían de la aflicción presentada. Bien podían consistir en permitir que unos perros lamieran las heridas de quienes sufrieran de aflicciones cutáneas o en una dormición inducida por algún tipo de narcótico. Parece que uno de los rituales curativos de los templos consistía en permitir el libre tránsito de una especie de serpiente no venenosa entre los durmientes enfermos.
Las serpientes de Asclepio no son las únicas curativas. En el libro bíblico de los Números se narra cómo Dios envió a los israelitas serpientes de mordeduras letales debido a la desconfianza de este pueblo en su liberación. Arrepentidos, rogaron por el perdón de Dios ante Moisés. Entonces Dios mandó a Moisés fabricar una serpiente de bronce sobre un asta para sanar a todos aquellos que hubieran sido mordidos. Un vistazo a esta serpiente bastaba para curarse.
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