El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que el regreso a clases presenciales será a finales de agosto, en el arranque del nuevo ciclo escolar.
Dos cosas parece que el mandatario no ha tomado en cuenta.
El aumento de casos de Covid en niños y adolescentes.
Bastaría con que López Obrador se diera una vuelta por los kioscos en donde se realizan pruebas gratuitas para detectar el Covid, para que comprobara que las filas ya no las hacen personas de la tercera edad sino familias completas con niños y adolescentes.
No puede minimizar las estadísticas ni el hecho de que faltan meses para que las vacunas lleguen a los adolescentes; ni que decir de los menores de edad.
Es decir, los alumnos de educación básica y media básica, que en agosto no estarán vacunados, siguen siendo el foco de contagio.
El otro tema es que miles de maestros decidieron no vacunarse y no hay forma de que el Gobierno los obligue a hacerlo.
¿Cómo podría un padre de familia enviar a su hijo a la escuela sabiendo que el maestro puede contagiar al niño porque decidió no vacunarse?
Ya la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) les dijo que si saben contar no cuenten con ellos.
Pero el Sindicato, que tiene la representación legal de más de millón y medio de maestros en el país, no ha dicho si volverán o no a las aulas.
Le anticipo que miles y miles de maestros no quieren por el muy justificado temor al bicho.
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Parece que el Gobierno federal o por lo menos algunos funcionarios del sector energético, están comenzando a levantar las cejas por la forma en la que Leonardo Serrano Cornejo asigna de manera directa los contratos para la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco.
Hábil para transitar de una administración a otra en Pemex, Cornejo ha entregado, en adjudicaciones directas, contratos de la empresa productiva del Gobierno, principalmente a empresas extranjeras.
Ahora, como responsable de la construcción de la refinería Dos Bocas, cuya edificación ha generado cualquier cantidad de debates políticos y económicos, el proceso de adjudicación de los contratos debería hacerse con total transparencia y con rigor tal que no admita sospechas ni impugnaciones.
Al parecer no ha sido así y los contratos de Dos Bocas se siguen asignado de manera discrecional por lo que, para evitar escándalos posteriores, estaría bien que explicara cómo es que se seleccionaron a las empresas para asignarles contratos de manera directa y cuáles fueron los protocolos de descarte y el por qué del incremento en los costos de la construcción.
Nada más eso.
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El presidente Andrés Manuel López Obrador ratificó ayer en su mañanera el pleito personal que trae con el gobernador de Michoacán Silvano Aureoles Conejo.
El mandatario dijo que se reuniría con todos los gobernadores, excepto con el de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca ni con Aureoles Conejo.
Con el primero porque, dijo, existe un proceso judicial en su contra y con el segundo porque no quiere “dar un show’’ y porque el gobernador de Michoacán no ha respetado la investidura presidencial.
“No es Andrés Manuel, es lo que represento’’, dijo.
Silvano Aureoles le respondió que sí respetaba la investidura presidencial y, en tono de sarcasmo, terminó su tuit con un “Presidente, no es Silvano Aureoles, es la seguridad nacional’’.
Mientras tanto que los michoacanos se jodan.
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Entrada la noche, Aureoles informó a través de sus redes sociales, que hoy a las 07:30 horas dará “un importante mensaje en vivo’’ por esas mismas redes.
¿Qué será, qué será?
LEG