Héctor Zagal

Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad d Filosofía de la Universidad Panamericana)

Esta semana inician los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Es la primera vez que los Juegos Olímpicos han sido pospuestos un año, rompiendo así con el legendario ciclo de cuatro años entre eventos. La pandemia de coronavirus nos ha llevado a todos a tomar medidas extraordinarias sobre el curso de eventos, compromisos, trabajos, diversiones, encuentros. Sin embargo, la vida continúa. Tenemos que aprender a vivir conscientes del riesgo, del contagio, de los cuidados individuales y su impacto en la comunidad. Por ello no se permitirá la entrada al público en estos Juegos. Parece que algunos habitantes japoneses podrán ingresar a los eventos deportivos siempre y cuando vivan cerca de la sede donde se realizan. Ya veremos cómo se van desarrollando los Juegos. Los días entre el 23 de julio y el 8 de agosto serán de emoción, fiesta, competencia y victoria, pero también, esperemos, de precaución, de prudencia.

Los Juegos Olímpicos de Río 2016 también se celebraron en medio de una emergencia sanitaria en Brasil: la epidemia del virus zika. Al final, los Juegos se llevaron a cabo sin mayores complicaciones. Sin embargo, la historia de los Juegos Olímpicos se ha enfrentado a otro tipo de amenazas que han llevado al Comité Olímpico Internacional a cancelarlos y dejarlos para después. Los Juegos Olímpicos Berlín 1916 se cancelaron debido al estallido de la Primera Guerra Mundial. Los Juegos Olímpicos de Tokio 1940 se cancelaron debido a que Japón renunció a ser sede.

Esta vez la causa fue la Segunda Guerra Mundial. La cancelación de los Juegos se extendió hasta los de 1944, los cuales se hubieran celebrado en Londres.

El ciclo de cuatro años entre Juegos Olímpicos se llama Olimpíada. Esto nos viene de los antiguos griegos, quienes tomaron a los Juegos Olímpicos como referencia temporal. Es decir, su conteo histórico y temporal no se basaba en años, sino en olimpíadas. Los Juegos Olímpicos modernos tienen sus orígenes en aquellos celebrados en la Grecia antigua. La fecha canónica de los primeros Juegos es el 776 a.C., en Olimpia, de donde les viene el nombre.

Hay algunas diferencias importantes entre las competencias atléticas de entonces con las de ahora. Por un lado, los Juegos siempre eran celebrados en Olimpia, ciudad de la región de Élide, y tenían un fuerte sentido religioso. Los Juegos Olímpicos estaban consagrados a Zeus, por lo que, antes de ser celebrados, era necesario realizar juramentos y sacrificios en su honor. Y no cualquiera podía participar, sino únicamente varones griegos. Ahora los Juegos tienen un carácter universal; se busca que la sede de los Juegos sea distinta cada olimpíada y si bien no están relacionados con alguna fe en particular, sí pretenden inflamar el espíritu de los participantes con virtudes y valores deseables en cualquier individuo y comunidad sin distinción de banderas. Por otro lado, el papel de la mujer en los Juegos Olímpicos es diametralmente entre aquellos de la antigüedad y los modernos. La mujer tenía prohibido ser espectadora de las competencias atléticas por una cuestión de decoro pues lo atletas competían desnudos. Ahora no sólo son espectadoras, sino que pueden portar la llama olímpica, encender el pebetero, competir y ganar.

Los Juegos Olímpicos modernos se los debemos al esfuerzo del barón Pierre de Coubertin (1863-1937) por revivirlos.

En 1894, fundó el Comité Olímpico y allí presentó sus intenciones de revivir estos eventos atléticos. Los primeros Juegos Olímpicos modernos se celebraron en 1896 en Atenas, Grecia. De Coubertin tenía claro que los Juegos Olímpicos podían crear no sólo mejores atletas, sino mejores ciudadanos y mejores personas. Sin embargo, De Coubertin tenía mucho de griego, pues pensaba que el lugar de la mujer en los Juegos, si es que debiera tenerlo, tenía que relegarse al de quien entrega las medallas y aplaude. Afortunadamente no se han quedado ahí.
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana