“Estamos hablando de eso y mucho, mucho, mucho, mucho, mucho más”, revela una madre, quien busca a su hija en Tamaulipas, desde 2012, y participó en los trabajos de exploración en La Bartolina, definida como una zona de exterminio del narcotráfico.
La Bartolina está ubicada a 25 kilómetros de Matamoros, Tamaulipas, cerca de la frontera con Brownsville, Texas, en donde, según datos oficiales, se han recuperado al menos 500 kilogramos de restos humanos calcinados.
El pasado 7 de julio, la Comisión Nacional de Búsqueda, a través de su titular, Karla Quintana reconoció la existencia del sitio.
Fue la primera vez que una autoridad reconocía la existencia de este sitio utilizado por el narcotráfico como una “cocina”.
24 HORAS publicó el 11 de julio que la cantidad de restos en La Bartolina sobrepasaría las cifras reconocidas por la autoridad federal, y se dio cuenta, al menos, de un par de zonas de exterminio más, que no han sido informadas.
“La comisionada (Karla Quintana) nomás me manda todas las fotos (sobre La Bartolina), pero a mí no me interesa eso, a mí lo que me interesa es ir a exhumar. Si yo tengo que permanecer ahí seis, siete meses, tengo que hacerlo, si lo terminamos en un mes pues me quedo, porque yo no voy a dejar solo el lugar ese”, expresa.
La mujer, integrante del colectivo Madres Unidas por Nuestros Hijos San Fernando, Matamoros, Reynosa, Tamaulipas, aceptó hablar con 24 HORAS con la condición de no revelar su nombre por el riesgo que implica ahora que se ventiló el hallazgo.
DEMANDA INICIAR EXHUMACIÓN
Ella está convencida que lo que sigue ahora, tras el reconocimiento del lugar como una zona de exterminio, es comenzar los trabajos de exhumación.
“Si me dañan La Bartolina yo demandaré a la FGR por algo que no hizo, tenía que dejar resguardado el lugar para el siguiente proceso”.
La activista no acepta la cifra oficial de restos que ha manejado la Comisión Nacional de Búsqueda en el caso.
“Es un error, podría ser, lo mío, lo mío del tiempo que yo estoy ahí no quiero ni decírselo, porque sería algo que reventaría algo, entonces nos mantenemos en la cantidad que ella dijo, pero es mucho más, mucho más y mucho más”, señala.
Y ella ofrece un dato: la superficie documentada hasta el momento de La Bartolina es de 600 metros cuadrados, pero la zona de donde han sacado restos es únicamente de 5 metros cuadrados.
“¿Se imagina qué hay en los 595 metros cuadrados?”, cuestiona.
La buscadora asegura que cuando ella entró a La Bartolina le comentó del hallazgo a Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, así como a Olga Sánchez Cordero, titular de Gobernación.
FIRME EN LA BÚSQUEDA
Cuenta que ella busca a tres familiares, incluyendo a su hija, y en el colectivo del que forma parte hay personas que buscan entre tres y cuatro personas, algunos de los cuales están desaparecidas desde 2009.
“A mi hija me la arrancaron de mis manos, siendo que mi hija era una muchachita que no salía, que no se divertía, que no iba al cine, dormía yo con ella. Yo nada más teniendo la oportunidad, voy a enfrentar al presidente”.
Critica que el Gobierno haya dicho que la mayor parte de los desaparecidos estaban coludidos con el narcotráfico.
“Así lo llamó el Gobierno actual, que 90% estaban incluidos en el narco y el 10% no. Ese es un error tan grande del presidente, decir eso, porque hasta ahorita los que yo tengo dentro de mi colectivo, son personas inocentes como mi hija”.
Ella recuerda que tuvo los primeros indicios de La Bartolina porque le compartieron la ubicación y en ese entonces fue acompañada por peritos estatales.
Pero a ese brazo de mar ha ido sola, sin viáticos, en busca de su hija.
La mujer sólo tiene un miedo: morirse antes de encontrar a su hija. Hoy se sabe en riesgo, luego de que se ventilaran el hallazgo de La Bartolina. Tiene protección por parte de las autoridades, con cámaras de seguridad en su casa y botón de pánico.
“El botón no me va a quitar las balas que me van a tirar”, dice con resignación.
En una búsqueda tuvo un accidente y perdió su ojo, sin embargo, asegura que no recibió apoyo de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas.
“Yo puedo demandar a la CEAV, son mis derechos, pero no me gusta y no lo haría. No he recuperado a mi hija. Ellos saben, ellos me conocen, los de la CEAV. Fue un error de ellos no darme la atención médica”, recalca.
No pide recursos para ir a la Ciudad de México y ser protagonista. Lo que ella solicita es apoyo para comprar equipo y “una camionetita” para moverse y buscar a su hija.
La mujer insiste: ahora que la Comisión ha reconocido la existencia de La Bartolina, que se informe que van a terminar de exhumar la zona, porque ya no se trata de búsqueda, sino de darle seguimiento.
“Yo espero que me digan ‘vamos a terminar La Bartolina, te seguimos al otro campamento grande que tienes, te seguimos al otro campamento’, tengo muchos, el Arenal, tengo un pozo de cuatro metros cuadrados, ahí encontramos una trincherita, hallamos puras cabezas”, relata.
Se define a ella y a sus compañeras de lucha como “madres muertas en vida, que buscan a sus desaparecidos”, pero pese al peligro en la búsqueda y la edad a cuestas, ella encuentra fuerzas en su hija.
“Es mi hija, porque mi hija es la más chiquita… yo tengo mi sala llena de todo lo de ella, desde una pintura de uñas hasta la zapatilla, tengo todo, todo, todo. Yo lucharé hasta encontrar a mi hija. ¿Me van a matar por buscar a mi hija? Pues adelante”.
CREMACIÓN CLANDESTINA
La Bartolina. Se ubica a 25 kilómetros de Matamoros, Tamaulipas, y fue utilizada por el narcotráfico como una “cocina”
Hallazgo. Desde 2017, ha sido recuperados, al menos, 500 kilogramos de restos humanos calcinados en el sitio
CITA:
“Les suplicaba que me pusieran atención, pero nunca me pusieron atención. Ahora están asustados con La Bartolina, pero si yo se los dije en su momento”
Madre de familia
Integrante del colectivo Madres Unidas por Nuestros Hijos San Fernando
LEG