El régimen de Daniel Ortega en Nicaragua se convirtió en lo que combatía, una dictadura, como la de Anastacio Somoza, dicen los críticos del Gobierno de Nicaragua, que “celebró” ayer 42 años del triunfo de la revolución que inspiró Augusto Sandino.

Daniel Ortega lo celebró en medio de sanciones por encarcelar a sus posibles rivales para las elecciones de noviembre… y tan o más aislado que la dictadura de Somoza que él ayudó a derrocar.

Moisés Hassan, excamarada de armas del mandatario, reconoció que existe una condena internacional hacia el Gobierno de Ortega, quien arrebató el poder a Somoza el 19 de julio de 1979, tras el triunfo de la guerrilla izquierdista del Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN).

Hassan, actualmente fuera de Nicaragua, recuerda que también fue clave la presión de Estados Unidos.

“A Somoza esencialmente lo enfrentó (el expresidente de Estados Unidos) Jimmy Carter. Si él no hubiera presionado a Somoza, éste no hubiera caído”, afirmó Hassan, quien llegó a ser miembro de la Junta de Gobierno, tras el triunfo de la revolución.

Ortega estuvo al frente de una Junta de Gobierno desde 1979, y luego fue elegido presidente en 1984. Perdió su primer intento de reelección contra Violeta Barrios de Chamorro en 1990, pero luego regresó al poder en 2007 y se mantiene allí tras dos reelecciones consecutivas. Desde 2017, Rosario Murillo, su esposa, es la vicepresidenta.

Reprimió violentamente protestas contra su Gobierno en 2018, aprobó leyes que complican la existencia de instituciones críticas y colocó en el Tribunal Electoral a personas afines al sandinismo.

En el último mes, Ortega detuvo a 26 opositores, entre ellos seis aspirantes presidenciales, lo que le valió sucesivas sanciones internacionales, incluyendo a EU.

Analistas observan que el titular del Ejecutivo se va quedando sin aliados, que hay un rechazo generalizado incluso de examigos, como Uruguay, México o Argentina.

 

LEG