Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)
El 6 de agosto es el Día Internacional de la Cerveza. Desde el 2007 se ha celebrado este día el primer viernes del mes de agosto. Algunos dicen que la cerveza es la bebida alcohólica más antigua, sin embargo, el puesto se lo disputa con el hidromiel. Y es que esta bebida podría haber surgido sin intervención humana. Una fuerte tormenta pudo haber tirado un panal de abejas, éste se llena de agua y empieza a fermentarse. Uno de nuestros antepasados, sediento, prueba este extraño brebaje. Entonces no sólo se dará cuenta de su agradable sabor dulce, sino que podrá disfrutar de una suave borrachera.
Volvamos a la cerveza. No sabemos con certeza cuándo inició la historia de la cerveza. Se dice que nuestros antepasados bebieron cerveza antes de hornear pan. No es una idea tan descabellada si pensamos que para producir cerveza, una cerveza primitiva, claro, basta con dejar fermentar la cebada. En cambio, para producir pan hay que construir un horno para calentarlo. Gracias a los registros escritos de los sumerios, sabemos que al menos alrededor del 4000 a.C., en Mesopotamia, ya se consumía un fermentado proveniente de algún cereal, probablemente cebada. Para el 2000 a.C., en la ciudad de Ur, podíamos encontrarnos con tabernas donde podíamos pasar la noche bebiendo cerveza recién hecha. Ur sería la ciudad predilecta de los amantes de la cerveza artesanal, pues en la misma taberna se encontraban los contenedores donde se dejaba fermentar el preparado de cebada y malta. Otra característica de estas tabernas en Ur es que eran un negocio de mujeres. ¿Por qué? La producción de la cerveza era una cuestión doméstica, por lo que tanto su preparación como su venta era una cuestión femenina.
Hay que decir que la cerveza de entonces no era lo que conocemos ahora. Se los pongo así: la cerveza no estaba filtrada, por lo que en nuestro tarro estaría flotando una gruesa capa de fragmentos sólidos en la superficie. Para beber nuestra cerveza necesitaríamos un popote para llegar al fondo. ¿Le entran? Otro punto a considerar es la temperatura. Nada de unas chelas bien frías. Entonces la cerveza se bebía a temperatura ambiente. Pero del desierto. Esto mismo ocurría en Egipto, otro de los lugares donde inició el esplendor de la cerveza. Ésta era tan espesa como un buen plato de avena, probablemente. Los obreros solían desayunar cerveza no sólo por sus nutrientes, sino porque saciaba bastante bien el hambre. Las pirámides de Egipto fueron construidas gracias a una buena dotación de cerveza diaria.
Sería hacia la Edad Media en Europa que la cerveza pasaría por una transformación fundamental para llegar a ser lo que hoy conocemos y para volverse más popular: el lúpulo. El lúpulo era conocido por sus propiedades antibióticas y sedativas, pero también como un condimento en la cocina. Pero su esplendor es en la cerveza. No sólo la de su característico sabor amargo, sino que también la conservaba mucho mejor. Antes de añadirle el lúpulo, la cerveza podía echarse a perder rápidamente. Pero si era preparada con lúpulo podía durar hasta un año si se guardaba en un barril bien sellado.
Sapere aude! ¡Atrévete a saber!
@hzagal