Si todo sale bien, el prometido de la princesa Mako, de Japón, podría comenzar a laborar en un bufete de abogados en Nueva York, lo que pone sobre la mesa una eventual mudanza de la pareja.
Al margen de algunos pormenores logísticos y de seguridad, el hecho implica lo que quizás pocos imaginen: que el cambio ayudará a alejar a los enamorados de la prensa que los persigue para cuestionarles, sobre todo, de los problemas económicos del novio, que involucran, a su vez, una deuda millonaria de su madre hacia su expareja.
Vamos por partes. Kei Komuro, el novio de 29 años, se graduó de la Facultad de Derecho de la Universidad de Fordham en mayo y tomó el examen de la barra del estado de Nueva York la semana pasada. Los resultados se anunciarán en diciembre.
En abril reiteró su intención de casarse con Mako, también de 29 años, lo mismo que la de llegar a una solución por el “malentendido” financiero que pesa sobre su madre y su exprometido.
Y es que la anterior pareja de la futura suegra de la princesa afirma que le prestó a la madre de Komuro 4 millones de yenes (36 mil 500 dólares) entre 2010 y 2012, que incluían el pago de las cuotas de Komuro en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio, donde conoció a la princesa, sobrina del emperador Naruhito.
La joven pareja había anunciado su compromiso en septiembre de 2017 y planeaba casarse inmediatamente, pero una revista informó sobre la disputa financiera, y los tabloides no le perdonaron a los novios la intriga sobre si él se casaba para salir del problema familiar. La boda se canceló.
La madre de Komuro afirmó que el dinero era un regalo que no estaba obligada a devolver.
Ningún miembro de la familia imperial se ha mudado permanentemente en el pasado, aunque Mako pasó un año en una universidad en Gran Bretaña.
De ella no olvidan tampoco que, por casarse con un plebeyo, perderá su estatus imperial, aunque recibirá un pago único sustancial después de su matrimonio.
LEG