Con la idea de que “la historia debe ser asunto de los historiadores, no de los políticos”, y de abrir el debate en torno a la Conquista y la Colonia, tres libros llegan a México desde Europa, en vísperas de las conmemoraciones de los 200 años de la promulgación de la Independencia y del quinto centenario de la caída de Tenochtitlán, con cuestionamientos a los mismos conceptos de conquista y colonización y aun críticas al reclamo del presidente Andrés Manuel López Obrador a España sobre ambos eventos.
Turner edita y trae a México La disputa del pasado, una serie de ensayos de especialistas de ambos lados del Atlántico coordinados por Emilio Lamo de Espinosa; La conquista de la identidad, una investigación sobre la representación de la Conquista en el arte de España y América, de Alejandro Salafranca y Tomás Pérez Vejo; y Conquistadores. Una historia diferente, del académico mexicano en Cambridge y Oxford, Fernando Cervantes, sobre Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Francisco Pizarro.
Para Ricardo Cayuela, editor de los tres volúmenes, éstos contribuyen al debate en torno a las efemérides del 13 de agosto de 1521, que es estableció como fecha de la caída de Tenochtitlán, y el 27 de septiembre 1821, cuando se promulgó la Independencia tras 11 años de guerra contra la Corona.
En entrevista desde España, el ex director editorial de Penguin Random House sostiene que la exigencia de López Obrador a España de pedir perdón por la Conquista, que se cuestiona en algunos de los ensayos, y la decisión de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum de cambiar nombres históricos a calles y plazas en la capital son “ridículas”, “oportunistas” y con “un uso tendencioso del pasado” para ocultar los fracasos de sus gestiones.
“En México se construyó una historia oficial desde el Porfiriato, pero nunca había tenido un impulso y una determinación tan grande y tan inaudita como la que se la da ahora desde el gobierno de López Obrador, a partir del título que se autoimpuso a su sexenio de ‘cuarta transformación’, título impreciso, inexacto y, a la luz de sus resultados, patético y contraproducente; nunca había habido una apropiación del pasado tan claramente manipulada”, expone el ex jefe de Redacción del suplemento cultural La Jornada Semanal y de Letras Libres.
“Pedirle disculpas a España es uno de los actos más ridículos que pudiera hacer un presidente, se denigra él y a su investidura, porque España no es responsable de su pasado”, sostiene Cayuela. “Sheinbaum no tiene autoridad ni moral ni intelectual para cambiar los nombres de calles o plazas; además invita al siguiente jefe de gobierno a hacer lo mismo. No se puede negar la historia, ni siquiera en los momentos más oscuros de la nuestra, no se intentan corregir, desde el presente, hechos del pasado”, agrega el editor sobre la decisión de la funcionaria de renombrar la avenida Puente de Alvarado como México-Tenochtitlán y a la Noche Triste, por Noche Victoriosa.
Ante este contexto, señala que el interés de editar los tres volúmenes es contribuir a un debate informado, crítico, de los hechos del pasado mexicano, en el que el más doloroso es la Conquista, que a su juicio sigue sin ser entendido ni asumido como un evento del que es producto el México contemporáneo y se ve, en cambio, como algo que partió en dos la historia del país, percepción que también tacha de “ridícula”, al recordar que la nación es la suma de sus legados mesoamericano y español. “Y eso simboliza la Conquista”, expresa el editor de Turner.
Resume que La disputa del pasado, España, México y la leyenda negra reúne los trabajos “muy documentados” de siete historiadores, a veces divergentes, sobre la relación y malos entendidos entre ambas naciones.
En La conquista de la identidad. México y España, 1521-1910 se comparan los efectos en el arte que tuvo la Conquista, –de la Nueva España al Porfiriato–, en el que se demuestra que los novohispanos asumieron con orgullo la derrota de los españoles y aliados sobre aztecas, poniendo en igualdad las culturas indígena y europea. Por otro lado, se revela que España nunca asumió la Conquista como algo violento y su arte no la representa.
En Conquistadores. Una historia diferente, Cervantes, “con la sensibilidad de un mexicano, pero la ortodoxia en el estudio y profundización de un académico británico”, rebate la unificación que se suele hacerse de las figuras de Colón, Cortés y Pizarro, para presentarlos como tres generaciones de conquistadores distintas, con una nueva mirada a las tres figuras a partir de consultar fuentes bibliográficas y archivos que nunca se habían explorado.
“Son tres libros para discutir nuestra historia, generar debate y armar polémica, para no quedarnos en la cómoda posición de víctimas, que siempre es el peor acercamiento que uno puede tener a la realidad”, plantea Cayuela.
LEG