Ha pasado un año y cuatro meses desde que los estudiantes no asisten presencialmente a la escuela; un año cuatro meses de una pandemia de Covid-19 que ha obligado al mundo entero a cambiar la realidad; un año cuatro meses con la esperanza de regresar a la normalidad.
Desde que se empezó a conocer más sobre el coronavirus SARS-CoV-2 autoridades de salud en todo el mundo han advertido que esta enfermedad no se irá pronto y, por lo tanto, hay que aprender a vivir y convivir con ella sin miedo, pero con precauciones.
En este contexto, el Gobierno de México ha decidido que la educación será considerada una actividad esencial, es decir, que el regreso presencial a clases ya no dependerá del color del Semáforo de Riesgo Epidemiológico.
De acuerdo con la UNICEF, sólo 14 países del mundo -entre ellos México- cerraron sus escuelas desde marzo de 2020 hasta febrero de 2021. Dos terceras partes de estas naciones se encuentran en América Latina y el Caribe, y casi 98 millones de niños en edad escolar resultaron afectados.
La UNICEF ha alertado que el cierre de las escuelas ha tenido consecuencias desastrosas para la educación y el bienestar de los estudiantes. “Los niños más vulnerables y los que no pueden acceder a la educación a distancia tienen más probabilidades de no regresar nunca a la escuela”, e incluso de ser víctimas de la violencia, otra crisis que ha dejado la pandemia.
En México nos encontramos en el pico de contagios más alto de la tercera ola de Covid-19, de ahí que exista una preocupación legítima de los padres de familia y docentes por el inminente regreso a las aulas en las próximas semanas; no obstante, la Secretaría de Educación Pública ha dado la opción de un regreso paulatino y no obligado.
Queda claro que no es lo mismo regresar a una escuela donde los alumnos tienen acceso a agua y jabón, sana distancia, alcohol en gel y cubrebocas; que regresar a una escuela donde no hay agua o desinfectantes y no se tienen recursos para mantener una sana distancia.
Las autoridades tienen grandes retos: por un lado, evitar brotes en los salones y, además, controlar los contagios ante el incremento de la movilidad que genera esta actividad, como un mayor uso del transporte, la apertura de negocios relacionados con la educación, los vendedores ambulantes afuera de las escuelas, entre otros.
No lo deseamos, pero con este panorama parece improbable que la Cuarta Transformación tenga un saldo blanco en el regreso a clases.
Y en Pregunta Sin Ofensa:
Finalmente el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, aclaró el panorama: no aceptará una extensión de dos años a su cargo y se retirará el 31 de diciembre de 2022. A quien no le gustó, pero tuvo que aceptar la decisión, fue al Presidente, Andrés Manuel López Obrador. ¿Será que vio perdida su aspiración de mantenerse más de seis años en el cargo o empezará a negociar con quien sustituirá a Zaldívar?
@aguilarkarina