Revocación o consulta de la consulta
El hecho de que haya sido promesa de campaña del entonces candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, es lo de menos ahora. Se trabajó para dar de alta la Revocación de mandato a la mitad del periodo presidencial, pero los legisladores olvidaron, consciente o inconscientemente, preparar la ley Reglamentaria que le diera vigencia a la Consulta que decidiera esta revocación.
Paralelamente, surge la interpretación de la ley que obliga a que sea la población la que solicite la consulta de revocación de mandato, la cual no debatieron por olvido, por flojera, por así convenir a sus intereses, por no mostrarse claramente partidarios o enemigos de la 4T, etc. El caso es que esa Ley Reglamentaria que debió estar lista en este momento no existe, no se ha aprobado y todo hace suponer que será hasta el próximo periodo, porque la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados prefiere hacer las cosas con calma. Más bien no quiere presidir este debate porque le cerraría las puertas de cualquier negociación con Morena, o bien, la relegarían de su partido, dependiendo del resultado de la discusión legislativa.
Así, la consulta de Revocación de mandato sólo puede llamarse ratificación de mandato, porque es promovida desde el poder, porque la Revocación de mandato sólo puede llevarse a cabo si proviene de una petición popular que tenga como mínimo 3.1 millones de votos a favor para que pueda ser vinculante a realizar dicha pregunta. Al no ser revocación, pierde la esencia para lo que se había planeado.
Frente a esta avalancha de versiones de la realidad política y de interpretaciones de la ley, los partidos políticos parecieran haber perdido la brújula, porque todavía hace unos meses amenazaban al presidente con quitarle el mandato el 21 de marzo, también querían quitarle la mayoría a Morena en la Cámara de Diputados; sin embargo, ahora parecen favorecer que termine su mandato sin contratiempos ni inquietudes.
Es decir, ahora la oposición se convierte en un ángel de la guarda del Presidente y promete velar por sus sueños, nadie se explica que cuando se refieren a él lo hagan con tanto odio. Lo cierto que la consulta de la que tanto se ha hablado desde septiembre de 2017, cuando se preparaba el año electoral que eligió presidente a López Obrador, está entrampada y puede no realizarse.
Esta vez son los senadores de Morena los que insisten en la consulta de revocación y la oposición se niega rotundamente a que se dude de la confianza del Presidente en nombre de la solidez del gobierno.
Esta sería una promesa de campaña que, como otras muchas, no podrá realizarse sin la intervención de los otros poderes de la Unión. Prometer en campaña es fácil, se pierde la dimensión de poder. Lo mismo sucede cuando se tiene el poder, donde se extravía la dimensión de la campaña y pareciera olvidarse.
La descomposición de los partidos políticos, sin excepción, se tensa en estos días por la discusión sobre el financiamiento que los mexicanos les damos. La oposición quiere más y Morena quiere que se destine la mitad a cada uno de los partidos sin excepción; sin embargo, hay un par de partidos que, a pesar de tener registro, su vida corre peligro si no cuenta con dinero rápido y suficiente.
Colocar la discusión sobre la revocación de mandato en medio del debate en el INE sobre los dineros que deben entregarse a los partidos políticos provocaría la radicalización de posturas entre todos los agentes políticos del país.
Sin embargo, no deja de asombrar que los legisladores hayan dejado a última hora una discusión que colocaría al presidente de la república en la consolidación de su mandato o en el desempleo. Ahora pareciera que todos los partidos políticos coinciden con el hecho de que nadie moleste al jefe del Ejecutivo para que se dedique a trabajar con toda tranquilidad hasta 2024, año en el que seguramente tendrá otras sorpresas y distractores para que, en cuanto a él se le ocurra, la población, los medios y los partidos entren a discutir los temas que él quiere que se discutan.
La agenda política del país se maneja desde Palacio Nacional, amigos y enemigos, detractores o simpatizantes, retoman el tema como pez que muerde el anzuelo y lo abandona hasta que otro anzuelo vuelve a ser lanzado para desgarrarse las vestiduras a favor o en contra de un discurso, una declaración, un proyecto o una ocurrencia, el caso es que hasta las ideas que retoma la oposición parecen elaboradas en las oficinas de Palacio Nacional.
Ante este panorama, la discusión de la Ley Reglamentaria que daría vigencia a la consulta de Revocación de mandato todavía no nace, debería desprenderse del artículo 35 de la Constitución, y luego elaborarse la discusión legislativa, proceso en el cual se descubrieron los verdaderos enemigos de la 4T y los auténticos simpatizantes de ese proyecto.
Sin duda hay trabajos paralelos dentro y fuera de Palacio Nacional donde, mientras unos se debaten en el Congreso, otros negocian, reconcilian, armonizan en favor de un proyecto que a veces pareciera es de un solo hombre. PEGA Y CORRE. – Empezó la lucha por la renovación del liderazgo nacional del PAN, donde podría estar de por medio su unidad, incluso su desaparición, porque si al partido se le van 1,000 militantes se quedan sin partido. Además de la absurda reelección de Marko Cortés, estarían en la disputa el gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez; la diputada Adriana Dávila; y el exsenador tabasqueño, Gerardo Priego… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes
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