“El relato de Clarita” fue uno de los episodios más fuertes e increíbles del segmento radiofónico “La Mano Pachona” y de toda la historia de la radio nacional en un espacio que conducía el locutor Víctor Manuel Barrios Mata de la década de 1990.
“La Mano Pachona” era parte del programa ‘Fórmula 1’ de ‘La 970’ que contaba con narraciones de hechos sobrenaturales a las tres de la mañana.
En una emisión el programa no volvería a ser el mismo. La cabina recibió la llamada de una señora que se encontraba muy alterada y que suplicaba por ayuda.
De nombre Clara, la mujer decidió contar su testimonio en este espacio debido a que nadie le creía lo que vivía.
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Afirmó que su hijo fue víctima de una posesión demoniaca que se dio por haber jugado con la ouija.
La voz de Clarita emitía desesperación y angustia, entre lágrimas y entrecortada describió su situación.
La producción radiofónica de entonces insertaba sonidos especiales para ambientar los relatos en vivo y así hacerlos más terroríficos o incluso ridiculizarlos. Aunque el equipo se mantenía escéptico de a poco cambió su opinión.
La tensión del equipo de locutores, así como del público escucha, convirtió esta historia en una de las más escalofriantes.
3:00 de la madrugada
Víctor Manuel Barrios arrancó una edición más del recién creado segmento cuando la producción recibió la llamada.
Clarita suplicó por ayuda y aseguró que nadie podría creerle que su hijo a esa hora estuviera levitando.
“Mi hijo es scout un niño normal con una calificación en la escuela, pues de nueve, el año pasado me saco un promedio de primer lugar y ahora todo lo que acontece en mi casa él lo sabe”.
La producción consideró en primera instancia que se trataba de otro relato sobre espíritus y adjuntó -en vivo- sonidos de gritos, aullidos y demás, quizá, de manera irónica.
“Yo sé que usted ahorita no me lo va a creer, pero todo lo que si tocan a la puerta él dice mamá abra la puerta que fulanita ya llegó y todavía no sabemos qué… quién es porque todavía no ha llegado ni a la puerta. El otro día me habló mi hermana… y mi hermana vive en Cancún, antes de que me dieran la noticia me la dijo”.
La ambientación que proporciona la producción continúa hasta este punto, pero al romper en llanto la mujer la comenzó a tomar con más seriedad su historia, ya que su manera de explicar y el tono con el que lo hacía levantó muchas dudas.
“Yo tire la ouija, pero no a un fuera del lugar… sino al tirar quiero decir que la arrojé… me dijo, ‘no lo hagas mamá, no… no te metas con ella… no’. Y ahorita todas las noches lo veo despierto casi no duerme come muy poquito y hace tres días mi hermano también tuvo otro problema, todo me lo notifica todo me lo dice y él dice que… que no me meta yo con esa tabla… que esa tabla no es un pedazo de madera, pero ya no es igual… él tiene 15 años… media 1.60 ahorita ya mide 1.82”.
Clarita no pudo seguir con su historia por el llanto desesperado que la inundó.
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“Y yo me siento muy desesperada Sr. Víctor Manuel, porque… dice muchas cosas que no le entiendo… me costó mucho trabajo comunicarme. Yo le decía a él que si lo quería ayudar que hablara con ustedes… a los scouts y que si él quería ayudar… y me dijo ‘sí mamá….nos vamos a juntar mucha gente y vamos a ayudar, tú no te preocupes ya duérmete’”.
La voz de la señora no dejó de emitir terror en ningún momento ni tampoco dejó de llorar ya que su hijo, en ese momento, estaba levitando.
“Y ahorita que me asomé no me lo va a creer… está levitando… tiene… que como medio metro elevado del piso….y no importa que le hagan ruidos ni nada, él ya me dijo que eso ni lo ve ni lo oye ni lo siente… por favor si hay alguien que me pueda decir a dónde acudir”.
La producción detuvo los efectos de sonido para entonces y el locutor cuestiona a Clarita.
Víctor Manuel: O sea que en este momento… ¿él está levitando?
Clarita: Mire… él está acostado y está levantado medio metro de su cama… sé que no me lo cree….yo sé que nadie me lo cree… solamente yo que vivo con él… y que lo estoy viendo… y no sabe usted los nervios que se sienten, no sabe uno si correr o rezar yo ya no sé qué hacer… fui con un sacerdote, y no me hicieron caso Sr. Víctor Manuel… dicen que esas son tonterías. Una señora me ayudó… que… que espíritus que no sé qué… le repito: el año pasado, era un muchacho que no ha bajado sus calificaciones…al contrario ha agudizado más su… su inteligencia… es más este, pero lo que me tiene impresionada es ahorita… haga de cuenta que está como muerto pero esta elevado medio metro de su cama… créamelo Sr. Víctor Manuel.
Víctor Manuel: Señora lo que primero lo que necesita usted es calma… por favor, no tienen ustedes a… ¿Viven ustedes dos solos?
Clarita: Vivo sola pero… ¿Le digo una cosa? Jalé lo más posible el teléfono a la calle… porque tengo unas ganas de salir corriendo… me da mucho miedo yo nunca había visto esto… Dios mío.
Víctor Manuel: Bueno mire vamos a, a enviarle ahorita unas personas y…
Clarita: Mi hijo mide 1.82 centímetros ya, y cada día crece más pero ya no de una forma normal
Víctor Manuel: 15 años y mide 1.82.
Clarita: 15 años… él saco el segundo lugar en la escuela el año pasado, y ahora… ahora está… ahora no le miento hoy le dio una clase a su maestra de matemáticas y se vino burlando porque me dijo: ‘mira mamá, la maestra de matemáticas se equivocó, yo le enseñé. ¡Yo le enseñé! Y de repente… ¿sabe que ha hecho? En la azotea se pone como péndulo, así… de un lado a otro… y yo no sé qué hacer… los amigos que él tenía, yo no sé… ya no se juntan con él… ¿Qué hago Sr. Víctor Manuel? Perdóneme estoy muy nerviosa yo no sé qué hacer.
Víctor Manuel: No no no, por supuesto… por supuesto que debe estar muy nerviosa, sobre todo porque es su hijo, y lo ve que…. que está en problemas… la verdad es que él… lo que ha sucedido con él, por estar trabajando con la oiuja es que alguien se introdujo en su cuerpo y ahora lo está usando a él.
Clarita: No me hace nada, no rompe nada.
Víctor Manuel: No no no, yo ya sé.
Clarita: No señor, Víctor Manuel.
Víctor Manuel: Pero la tensión en que usted está… los nervios ehhh en que usted está, ehhhh, es capaz de la que la que termine mal es usted y no él, entonces yo le suplico que se calme que se tranquilice. En estos momentos si nos están escuchando nuestros amigos de justicia y bienestar social, ehhh, le vamos a dar… ¿Nos da usted su domicilio por favor?
Clarita: Sí como no.
Víctor Manuel: y que le vayan a dar una vuelta para que se sienta usted tranquila y….
Clarita: Pérate mijito… pérate… mire.
Víctor Manuel: ¿Ahí está su hijo?
Clarita: Sí… es que no me lo cree, no me lo cree… está caminando sin pisar no me lo cree no me lo cree nadie no no no no me lo cree no me lo cree, esto no me lo cree nadie, no me lo va a creer nadie nadie nadie, esto no me lo cree nadie… Dios mío Dios mío.
Víctor Manuel: Señora tranquila.
Clarita: Dios mío Dios mío esto no me lo cree nadie nadie.
La llamada terminó con una tercera voz de fondo y el teléfono descolgado. En aquellos años al no contar con un identificador de llamadas y al no pedir el número desde donde marcaban las personas se hizo imposible saber su localización.
Juan Ramón Saenz, locutor del programa “La Mano Peluda”, consecuencia directa de este segmento radiofónico, explicó en su momento que se trató de “un caso muy impresionante”.
CT