Después del sismo de magnitud 7.2 del sábado por la mañana en Haití, lo que seguía eran la búsqueda de sobrevivientes y la ayuda que recibían del mundo, volcada en vuelos internacionales, incluso desde México.
“Oremos juntos también por Haití. Quisiera expresar mi cercanía a esa querida población que ha sido duramente golpeada por el sismo. ¡Que la solidaridad de todos alivie las consecuencias de la tragedia!”, difundió la cuenta oficial de Twitter del papa Francisco sobre el terremoto que había dejado, hasta el cierre de esta edición, 724 muertos y 2 mil 800 personas heridas.
Máquinas, camiones y retroexcavadoras trasladaban losas de cemento de los edificios derrumbados en la localidad de Los Cayos, cerca del epicentro del terremoto, a unos 160 kilómetros de la capital haitiana, Puerto Príncipe.
Los esfuerzos de rescate, sin embargo, se veían amenazados por el mal tiempo. La tormenta tropical Grace se aproximaba ayer por la noche, arrastrando la posibilidad de lluvias torrenciales e inundaciones, según el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos.
A esta amenaza había que sumar otra, provocada por un ambiente enrarecido tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio pasado. La única carretera que une la capital con la mitad sur del país, por ejemplo, y que atraviesa en poco más de dos kilómetros el barrio pobre de Martissant, está bajo control de bandas armadas, lo que impide la libre circulación.
Hoy en día, Haití no supera completamente los daños ocasionados por el terremoto de 2010, de una magnitud similar.
LEG