Edna Campos no cree en fantasmas, ni vampiros ni hombres lobo ni zombies, pero quisiera que existieran porque a su juicio fomentan la imaginación. Quizá por eso fundó hace 20 años el Macabro Film Festival, que ha traído a México lo mejor del terror independiente global con presupuesto mínimo.
La directora del festival, cuyo vigésimo aniversario rinde homenaje a Drácula y al subgénero de vampiros, admite que Macabro ha ido contra viento y marea, aun enfrentando cosas sobrenaturales como, por segundo año consecutivo, una pandemia provocada por un virus al estilo de los filmes de zombies, pero calcula que se han exhibido 3 mil películas de terror y promovido a cineastas mexicanos.
“Han sido años de mucho trabajo y de aferrarse a sacar el festival para que en México se tome en serio al cine de terror, aunque desde el principio recibimos apoyo de Cineteca Nacional y Filmoteca de la UNAM y luego de Imcine”, explica. No obstante, reconoce que cineastas como Guillermo del Toro se han mantenido al margen, a pesar de ser uno de los maestros mexicanos del género; de hecho, una de sus cintas, La invención de Cronos (1993), fue incluida esta ocasión para el homenaje a los vampiros.
En entrevista con 24 HORAS, destaca como logros en dos décadas el abrir un espacio para el cine del terror en México cuando no lo había; traer lo más representativo del horror contemporáneo internacional al país; mostrar que se puede crear una industria nacional a partir de este tipo de películas; impulsar carreras de cineastas latinoamericanos y mexicanos; rescatar a genios como Carlos Enrique Taboada y Juan López Moctezuma, menospreciados en su tiempo por la crítica, e incluso formar a una prensa especializada.
También detalla cómo se ha apoyado a creadores nacionales desde sus cortos hasta sus largometrajes, tanto para la exhibición y distribución nacional e internacional, como Carlos Meléndez o Lex Ortega, a quien atribuye compromiso y visión especial sobre el género del terror.
Revela que el subgénero más popular en México es el de posesiones diabólicas y de casas embrujadas, en el ámbito comercial; pero, en el independiente y más diverso, de slasher (cuchilladas), gore y psicológico.
–¿A qué atribuye la afición mexicana por el cine de posesiones?
–Son temas sobrenaturales, no hay conexión grande con la realidad, sino con lo fantástico. Además, no son tan gráficas, no se ven asesinatos o mutilaciones como en el cine gore, y hay un ambiente creado con la sensación de ser acechado por algo que no se ve, muchas veces apoyado por efectos especiales.
– En un país como México, con las matanzas, la violencia, y los desastres humanos y naturales, casi vivimos en una película de terror. ¿Cómo se inserta Macabro en este contexto?
–Macabro es una alternativa de catarsis, la programación no tiene relación con estas situaciones. Aunque en México y otros países latinoamericanos sí se retoma esta temática, a veces con elementos fantásticos, otras más crudo; una suerte de cine de denuncia, que mucha gente ya le llama horror social.
–La vigésima edición está dedicada a Drácula ¿por qué cree que el personaje seduce tanto?
–Es una forma del Diablo, es seductor. En la película de Tod Browning de 1931 se presenta como un personaje maléfico, no tiene matices como se le fue dando después en el cine más contemporáneo en el que se matiza más su figura trágica; Bela Lugosi interpreta a un Drácula muy elegante que es pura maldad, eso hace que sea atractivo, aunque esa descripción no corresponde a la novela de Bram Stoker.
–¿Usted cree en fantasmas, vampiros, hombres lobo, zombies?
–Realmente no, pero me encantaría que existieran, porque, justamente, si algo nos da el cine fantástico y de terror es esa posibilidad de imaginar; la realidad es muy cruel, muy cruda y muy aburrida.
LEG