Adrian Trejo
 

La oposición ponchó a la bateadora emergente en tres strikes.

Alguien en Palacio Nacional consideró que Ricardo Monreal no había hecho el suficiente esfuerzo para que la Comisión Permanente aprobara un periodo extraordinario para discutir la Ley Federal de Revocación de Mandato.

Por eso envió a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, a intentar negociar con los coordinadores de los partidos de oposición.

Monreal había cabildeado con la oposición los dos periodos extraordinarios anteriores; el primero para aprobar la prórroga de un mes para la entrada en vigor de la ley contra el outsourcing.

El segundo para desaforar a los diputados Mauricio Toledo y Saúl Huerta.

Durante las negociaciones, la oposición le dejó clarito a Monreal que no iban a aprobar un periodo extraordinario para aprobar la ley de revocación; en todo caso, le dijeron, se puede esperar al inicio del periodo ordinario.

Así se había mantenido la calma en el Senado, hasta que el presidente López Obrador acusó a los legisladores de poco comprometidos y a Morena, le surgió la prisa.

Se aprobó un dictamen medio sancochado, con ideas tomadas de iniciativas del PRI y el PAN pero predominando la postura de Morena.

El proceso fue desaseado y aún así ayer se votó.

La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, por órdenes de su jefe, desplazó a Monreal de la negociación e intentó convencer a los coordinadores de la oposición de aprobar la ley.

El resultado fue un desastre.

La oposición mantuvo su decisión de negarse a aprobar el periodo extraordinario; sin embargo, Morena insistía hasta el cierre de esta edición en tratar de pasarlo sí o sí.

El previsible fracaso de la gestión de Sánchez Cordero se explica no solo por el desconocimiento de las negociaciones previas, sino a su lejanía con el Senado de la República.

Podrán correrse las cortesías que quiera, que se respetan, que se hablan por teléfono, que si se ven en actos, pero lo cierto es que -y es el sentimiento que priva entre la mayoría de los legisladores-, la secretaria de Gobernación es una extranjera en el Senado.

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Un dato: ¿sabe cuántas veces el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha reunido, en grupo o en lo particular con los coordinadores parlamentarios del PAN, PRI, MC, PRD, PT o Verde?

Ni una sola vez en lo que va de su administración.

Ni una.

Ese desprecio no abona a favor de las pretensiones presidenciales.

Pero cada quien su estilo de gobernar, aunque luego se quejen.

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El Presidente se refirió en forma despectiva al subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, quien se atrevió a corregirle la plana cuando anunció que los 12,000 millones de dólares que el FMI pone a disposición del gobierno mexicano se emplearían para el pago de deuda.

Esquivel escribió en un tuit que ese dinero -DEGS- solo se utiliza para fortalecer las reservas del Banco de México y por Ley no son para pagar deuda.

López Obrador dijo que Esquivel “se volvió ultra tecnócrata’’ y que si el dinero del FMI no se usa para pagar deuda “es porque no se quiere’’.

Esquivel era el primer candidato para la Secretaría de Hacienda al inicio del sexenio.

Por algo rechazó el cargo.

 

@adriantrejo