Existe una tecnología a la que todos estamos acostumbrados a este punto, y que incluso nos burlamos constantemente de ella porque nos mete en aprietos, nos saca la carcajada o nos hace pasar vergüenzas:

El afamado auto corrector.

Sí, ese que nos hace mandar barbaridades en los mensajes de texto, el que pone “te invito a ver pelos en mi casa” cuando uno quería decir “pelis en mi casa”. Ya saben, porque seguro han sido víctimas de sus ocurrencias que, por alguna razón, suceden sobre todo en esos mensajes importantes o en aquellos destinados a las personas con las que uno quiere parecer serio o inteligente.

Lo que no nos ponemos a pensar es que el corrector es una tecnología avanzadísima de inteligencia artificial, sí, aunque suene de ciencia ficción, es un algoritmo que procesa millones de palabras, frases y enunciados y determina cual sería la palabra más común o probable que escribiríamos en ese momento.

También es cierto que cuando lo desactivamos nos sale mucho peor la cosa, porque ya estamos acostumbrados a él, y bueno, no ayuda que las pantallitas del celular tienen unas micro letras que son muy incómodas para escribir, así que se vuelve casi una necesidad contar con su ayuda.

Pues resulta que esa misma tecnología se empieza a volver más común, avanzada y a utilizarse en muchas otras aplicaciones. Una de ellas, poco probable en apariencia, es la escritura de guiones cinematográficos. No quiero decir que sea para nada algo extendido o que se use ya de manera común, pero recientemente se realizó un cortometraje llamado “Sunspring” en el que se alimentó a uno de estos softwares, de nombre Benjamin, con una enorme cantidad de guiones de cortometrajes en el género de la ciencia ficción. Y, el susodicho Benjamín, tomando todos esos textos como parámetro, escribió su propia película.

Posteriormente los cineastas responsables la ejecutaron con locaciones, actores, vestuarios y todo lo necesario para llevar la creación de Benjamin a la pantalla. A ver, siendo muy sinceros, no es ninguna obra maestra y está lleno de sinsentidos, un poco en el espíritu de “estoy en un bar rollo nudista” cuando querías decir “rollo budista”, pero aún así lo que es más increíble es que el resultado medianamente tiene sentido y gracias a las actuaciones, la música, la edición, el manejo de la cámara, y sobre todo los esfuerzos de nuestro cerebro como espectadores, se le logra dar un contexto a diálogos absurdos y mal que bien se logra contar una historia.

A estas alturas no me pregunto ya si es posible que en el futuro una tecnología pueda escribir un guion, porque ya lo hace y es simplemente cuestión de perfeccionar el algoritmo para que se consiga un resultado más satisfactorio. Lo que me cuestiono es si seremos capaces de escapar como creadores a la censura que genera el mismo. Incluso hoy en día todo lo que ves en Internet, lo que te aparece en la página de tu red social favorita, lo que te recomienda YouTube o Netflix, es el resultado de cálculos sobre tu comportamiento, tu edad, tu locación geográfica y otros factores que, a mi forma de ver, nos deshumanizan y nos ponen en una categoría de estadística y ya no de individuos.

Mi recomendación no es luchar contra el algoritmo, porque eso a estas alturas es imposible, pero de vez en cuando haz locuras, busca cosas extrañas, introduce keywords absurdas, confúndelo, cambia los datos de tu perfil, si acaso será esa nuestra última defensa.

    @pabloaura