Ayer se cumplieron diez años de una de las peores masacres cometidas en México: la del Casino Royale en Monterrey, Nuevo León.
Ese 25 de agosto de 2011, a las 15:15 horas, un comando de hombres armados irrumpió en el negocio ubicado en la avenida San Jerónimo al cruce con Constitución, golpeó a la recepcionista, robó pertenencias de los clientes y derramó gasolina en el interior, provocando un incendio que le costó la vida a 52 personas.
Durante este ataque en el local había alrededor de 100 personas, entre clientes y trabajadores, pero debido a que la entrada estaba bloqueada por las llamas y no había salidas de emergencia, la mayoría no pudo salir.
Quienes lograron abandonar el lugar con vida se debió a que bomberos y rescatistas hicieron un hoyo en una de las paredes del establecimiento por donde se sacó a los sobrevivientes.
De acuerdo con los reportes, de las víctimas que murieron (calcinadas, aplastadas en la estampida, por quemaduras graves, o intoxicadas), diez eran hombres y 42 mujeres, entre ellas una embarazada.
Hoy se sabe que los dueños del lugar se negaban a pagar piso al grupo delictivo de Los Zetas, por lo que estos tomaron venganza y provocaron la tragedia.
Hasta ahora, 25 sicarios han sido señalados como responsables, pero varias investigaciones indican que la casa de apuestas operaba a través de amparos y permisos ilícitos, por lo que podría haber autoridades involucradas, sin embargo, ningún funcionario ha sido investigado.
Nueve de los acusados han sido condenados con penas que van de 75 a 100 años de prisión, mientras que otros se han amparado por presuntas violaciones a sus derechos durante las detenciones.
Una década después, familiares siguen clamando justicia y lo máximo que han podido hacer es instalar un memorial frente al edificio, que el pasado 3 de marzo comenzó a ser demolido para construir una tienda comercial.
LEG