¡Viva Tijuana! Grita Javier Bátiz, el orgulloso abuelo del rock and roll que sigue embrujando cuerdas y dejando a su paso una estela de alumnos que ya incluye a varios niños, de entre los cuales, afirma, saldrá el probable continuador de la leyenda.

Desde su casa, en “Tijuas”, en donde como millones de personas trata de mantenerse sereno (no lo ha logrado) ante la pandemia del Covid-19, el maestro de Carlos Santana y algunos otros músicos, alegre, considera que los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando el rock and roll.

“Somos marcianos, uno de mis alumnos tiene un talento increíble, que no sé de dónde lo sacó, ha de ser de Marte, me recuerda a mí”, narra en entrevista con 24 HORAS.

A 50 años del festival de rock Avándaro, en el cual, por cierto, El Brujo no tocó pues se quedó atascado en el tráfico bajo una tormenta, no duda en afirmar que fue el concierto más importante que ha habido en México debido a que la reunión, “el rito”, giró en torno a ese ritmo musical que a más de uno embruja y se llevó en santa paz, sin nada que lamentar, algo digno de destacar dados los miles de chavos que asistieron.

“Hubo los que se guacarearon, los que se pusieron bien cuetes, las que se quitaron la ropa, pero más que eso los grupos que tocaron fueron, cada uno, mejor que el anterior. No hubo quien haya ido a hacer tonterías musicales, todos tocaron súper bien. Hubo lodo, lluvia, soldados alrededor, pero había armonía y eso fue un logro increíble para el rock and roll”, considera Bátiz.

Javier, quien estaba anunciado en el cartel original del primer “toquín” masivo de rock en México, no olvida que, aunque en el festival hubo paz, la prensa satanizó a los jóvenes y, más aún, se tomaron medidas gubernamentales para impedir cualquier otro tipo de reunión similar: “Nos satanizaron, nos quitaron el trabajo a todos. Yo tuve que cerrar mis actuaciones en el Terraza Casino (lugar donde tocaba asiduamente)”.

“A mis 77 años, 65 de carrera, los cuales acabo de cumplir, no he parado de trabajar. El rock and roll no se ha acabado, ha cambiado de lugar nada más y todo se lo debemos a Avándaro, lo bueno y lo malo”, enfatiza el guitarrista.

Para el músico el siguiente paso es seguir realizando festivales en donde la gente se conjunte en torno a la música, al rock: “tuve la fortuna de tocar en el Vive Latino antes de la pandemia y también allí hubo 200 mil personas, quizá más, y estuvo increíble, el rock sigue adelante y los masivos allí están, bien presentados. Hay que seguir”.

EL GRAN AUSENTE

Cuenta la historia, narrada por el mismo Javier, que no llegó a tocar a Avándaro, a donde había sido invitado con antelación, por una gran tormenta que lo sorprendió en el camino, aunado al tráfico inconmensurable que se presentó delante de la limusina donde viajaba.

“Estaba en una una presentación en el Terraza Casino; había unas 100 personas (cuando semanas antes se llenaba con 600 o 700) y oíamos en la radio lo que ocurría en Avándaro; los dueños del lugar me dijeron que fuera pues la banda me estaba pidiendo”, narra Bátiz.

“Me dijeron agarra la limusina, el camión del equipo y los grupos (Renato López y sus Sinners, mis TJ’s). Íbamos en el camino, pero de Toluca hacia Valle de Bravo son como unos 40 minutos de recta, luego ya llegas a los cerros y agarras unas curvitas para bajar y llegar a Valle. Yo me quedé en las curvas con los grupos e instrumentos bajo una tormenta de esas que parecen que te avientan cubetadas de agua.

“Nos queríamos regresar, todas las curvas estaban llenas de carros. Allí nos quedamos hasta las 6 o 7 de la mañana. Yo iba con toda la intención de tocar. La gente quería a Bátiz, pero ya no llegué, me quedé con las ganas de tocar en Avándaro”, confiesa el maestro.

CÓMO CELEBRAR A AVÁNDARO

Si de celebrar a Avándaro se trata, el máster Bátiz considera que lo ideal sería hacer otro festival en donde se reúnan bandas de aquella época y actuales, aunque la realidad pandémica que azota al mundo complica la situación y el 11 y 12 de septiembre del 2021 podrían quedarse sin recibir la energía que el rock brinda.

De cualquier manera, esas fechas, como referentes culturales del México contemporáneo, no deben pasar desapercibidas.

“Mis 65 años de carrera los festejaré con este galón de tequila (risas). Todavía soy capaz de ligar mis palabras con mis pensamientos, estoy lúcido, sigo tocando y dando clases, eso es digno de celebrarse”, considera el veterano músico.

“En 1963 llevé el blues a México (Distrito Federal), si no lo hubiera hecho no sé qué hubiera pasado. Yo les llevé la música negra, antes de que saliera al aire inclusive en Estados Unidos (1965) con James Brown, lo que abrió el camino para que todo cambiara”, cuenta Bátiz sobre su aporte a la escena musical en el centro del país.

“Los chavos de ahora deben saber que no es necesario hacer rock con groserías. En Avándaro nos satanizaron por eso. Si hay talento lo que menos hay que hacer es decirlas. Hay que crear conciencia, cantar al amor, la paz, la tranquilidad, se trata de buscar tu yo interior, con canciones que te hagan aliviarte”, afirma el guitarrista.

Al aseverar que el rock también se tiene que festejar enseñando, Javier cuenta que sigue buscando forjar y lanzar nuevos talentos, guitarristas, cantantes…

“Tengo la fortuna de que se acerquen estos nuevos valores para lanzarlos al mundo musical y no se queden encerrados en el ambiente de Tijuana, en donde hay muchos lugares… para cantar ranchero”, finaliza entre risas el rocanrolero de “a devis”.

 

LEG