El artista plástico Diego Rivera tiene un lugar especial en la historia de la corriente muralista mexicana, sus creaciones dan identidad a diversos espacios emblemáticos del país como del extranjero, tal es el caso de Unidad panamericana mural que pintó en el vestíbulo del City College de San Francisco, en California.
Hoy, además de ser una de las obras representativas de su genio creativo, se convirtió en una proeza para el arte mundial, gracias a un gran grupo de especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que lograron lo inimaginable, moverlo de lugar y trasladarlo hasta el Museo de Arte Moderno de esa ciudad.
En principio se develaría en 1940 en la Exposición Internacional del Golden Gate, pero no se concluyó a tiempo y terminó en el City College, donde pese a ser uno de los murales más delgados del mundo se le empotró en una pared de concreto con la esperanza de que permaneciera ahí por siempre.
Para Alejandro Ramírez Reivich, del Centro de Diseño Mecánico e Innovación Tecnológica (CDMIT) de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, el retirar una obra de yeso fijada con pernos y luego transportarla a 13 millas, no era una labor imposible. “Eso sonaba a una empresa de locos, y yo soy ese profesor loco al que se le ocurrió decir que era factible”, declaró.
Gracias a sus habilidades y conocimientos, con la ayuda de expertos, hoy el mural puede apreciarse de forma gratuita en el MoMA San Francisco —incluso sin entrar, pues fue montado en una galería con paredes de vidrio visibles para los peatones de la transitada Howard Street—, aunque lograrlo, recuerda María del Pilar Corona, docente de la FI, implicó trabajar tres años e incluso crear réplicas exactas (a escala 1:1) de los paneles de acero y yeso que conforman el fresco de Rivera.
LEG