La mejor prueba de que nada bien cayó en la bancada de Morena la imposición de Olga Sánchez Cordero como presidenta de la Mesa Directiva del Senado, es que 18 legisladores del partido en el Gobierno no se presentaron a votar por ella.

Cierto que en la reunión plenaria de la fracción todos avalaron la imposición, perdón, la sugerencia presidencial a favor de la ex secretaria de Gobernación, pero a la hora buena, 18 senadores tuvieron cosas más importantes que hacer.

En la bancada quedaron las heridas de un proceso que fue intervenido por decisión presidencial y que se encaminaba a una elección pactada entre los grupos internos.

¿Se disciplinarán los inconformes?

Tal vez, si hay una buena operación cicatriz.

Pero ello dependerá de las habilidades de conciliación de la propia ex secretaria porque el trabajo de Ricardo Monreal concluyó con la negociación que la llevó a presidir el Senado.

Sánchez Cordero dijo que su labor es tejer acuerdos pero primero tendrá que hacerlo al interior de la fracción de Morena y luego con la oposición sin cuyos votos, por cierto, no habría alcanzado el número suficiente para ocupar el cargo que hoy ostenta.

A ver qué tanto aprendió en Gobernación a la hora de construir consensos.

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Lo que ocurrió ayer con los alcaldes electos de la oposición que trataron de entrar a la sesión extraordinaria del Congreso de la CDMX, es la primera mancha en la gestión de Martí Batres como secretario general de Gobierno.

Luego del zafarrancho en el que resultó herida la alcaldesa de Álvaro Obregón, Lía Limón, Batres dijo que “si los alcaldes le hubieran avisado’’, les habría facilitado el acceso.

Hay en tales palabras un dejo de cinismo pues claramente Batres sabía que los alcaldes de oposición iban al Congreso citadino para tratar de frenar una iniciativa que los obligaba a pintar de guinda patrullas e inmuebles de las corporaciones de seguridad.

Es decir, a “morenizar’’ las alcaldías unificándolas en color guinda.

Además de otras modificaciones a ley que atentaban contra la libre determinación de las alcaldías y eran contrarias a la propia constitución local.

Ahora está por verse si los alcaldes de oposición se presentan a las citas que tienen agendadas con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para los días 2 y 3 de septiembre.

Mal, muy mal inicia la que debería ser una relación ejemplar por los ciudadanos entre el Gobierno de la capital y sus alcaldes.

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Aunque no se trata de números consolidados, sino de estimaciones con base a la información que se había recibido hasta las seis de la tarde de ayer, la Secretaría de Educación Pública (SEP) calcula que entre 12 y 13 millones de alumnos de educación básica habrían regresado a las aulas.

Poco más de 50% -en la estimación más alta- de los 25 millones de alumnos de ese nivel.

En las zonas metropolitanas de los estados de Jalisco, Puebla, Guanajuato, entre otros, se alcanzaron promedios superiores a 70%, contrario a otras entidades como Nuevo León o Hidalgo, con porcentajes menores a 15%.

Lo que se puede resumir es que quizá no fue el éxito que se esperaba pero no fue el fracaso que se pronosticaba.

Si las clases presenciales continúan sin novedad esta semana, seguramente la próxima se sumarán más alumnos cuyos padres mantienen dudas sobre la seguridad sanitaria en las aulas.

LEG