Este sexenio en particular tiene dificultades hasta para definir cuál es la mitad del camino. Todavía en el Gobierno de Enrique Peña Nieto la mitad exacta se cumplía el 30 de noviembre del año tres y ya está.

Pero este periodo de Gobierno es más corto que los demás. Y no es producto de ninguna conspiración conservadora. Simplemente era indispensable hacer más corto el tiempo entre la elección y la toma de posesión.

Así que Andrés Manuel López Obrador deberá dejar de ser Presidente de México el 30 de septiembre del 2024. Al menos eso dice la Constitución.

Así que, a partir de mañana, día en que el poder Ejecutivo debe presentar al Congreso el Informe del estado que guarda la nación, se puede considerar que ya ha terminado la primera mitad de esta administración.

El balance siempre estará sujeto a la interpretación subjetiva de quien lo plantee. La propaganda del 3er Informe de Gobierno marca, como siempre, al país de las maravillas. La percepción de los seguidores del Presidente, algo así como 60% de los electores, es de coincidencia con esa visión.

Pero hay otro nada despreciable 40% que no ve las cosas igual y tienen tanta razón en sus argumentos como aquellos que lo ven todo color de rosa.

En todo caso, lo que queda para hacer un balance de lo sucedido con este país a la mitad del Gobierno de López Obrador son los fríos números.

En materia de inseguridad, el 2019 había sido el año más violento de la historia de México con 34 mil 681 homicidios dolosos y un incremento del 4.7% en el número de delitos para superar los dos millones.

El 2020 no mejoró, a pesar del confinamiento por la pandemia, 34 mil 554 personas fueron asesinadas durante el año pasado. Los datos de este 2021 apuntan a otro lamentable récord en esa materia.

En temas económicos, los efectos de la Covid-19 en las actividades económicas son un ruido tan fuerte que hacen incomparables las cifras con otros periodos anteriores. Sin embargo, siempre quedará la duda de qué hubiera pasado si el Gobierno de López Obrador hubiera decidido respaldar a las personas que perdieron sus trabajos, con un ingreso mínimo vital, antes que privilegiar aquel mantra cuatroteísta de las finanzas públicas sanas y no endeudar más al país.

Lo que sí está claro en esta mitad del camino constitucional del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador es que hoy existe una división social como pocas veces se había visto en este país.

El muy exitoso modelo de comunicación de esta administración se ha dedicado a privilegiar un discurso faccioso que fácilmente puede pasar de las palabras a la acción violenta.

Nadie quiere ver más imágenes como las de ayer, de opositores al Gobierno ensangrentados por las calles de las ciudades.

En fin, que la mitad del camino llega sin cambios en la estrategia para combatir la inseguridad, con un rebote económico que puede ser insuficiente y con un Gobierno en campaña permanente que alimenta un discurso de división que puede salir muy caro a la estabilidad social del país.

 

@campossuarez