Cuando el discurso es el mismo de cada mañana, cuando solo cambia el tono para engolar la voz y darle forma de un mensaje a la nación, lo que cuenta son las formas. Y, ciertamente, el sello de la casa es la austeridad tanto en la ceremonia como en el contenido.

El salón Benito Juárez de Palacio Nacional no fue precisamente el más cómodo, aun con una comitiva reducida, pero sí el lugar ideal para esa imagen que buscaba Andrés Manuel López Obrador para leer el mensaje político que acompaña a la entrega al congreso de su Tercer Informe de Gobierno.

Expertos en propaganda e imagen, ahí está la estampa del Presidente y el cuadro del benemérito detrás de él, en pleno refrendo del papel que desea en la historia.

Imposible que pase desapercibido el episodio de la llegada de López Obrador al salón y cómo su esposa Beatriz Gutiérrez Müller intentó ocupar la primera silla del frente del lado izquierdo y como la persona que ya ocupaba ese lugar trató gentilmente de indicarle que el lugar de la no primera dama era a la derecha, porque ese espacio único, distinguido, de primera fila a la izquierda era solo para ella, Claudia Sheinbaum.

Al lado de ambas mujeres de la primera fila, los representantes de las fuerzas armadas como un mensaje clave de este Gobierno.

El resto de los que estaban, muchos con ganas de dejarse ver, ocupaban lugares perdidos en medio de ese grupo de unas cuantas decenas de personas. Si acaso la segunda fila la lograron los secretarios de Hacienda y Gobernación. El resto, atrás.

Quizá no tan atrás como la última silla del rincón derecho que todavía le tocó a Julio Scherer, saliente consejero jurídico del presidente López Obrador. Ya había eclipsado lo suficiente el emblemático informe del 1 de septiembre con el anuncio de su renuncia, como para que todavía le tocara un lugar destacado en el salón.

Por lo demás, una hora de la danza de los otros datos. El discurso divisor mucho más marcado, un mensaje claro de que la 4T gobierna para los más pobres, para los menos pobres les toca, dijo el Presidente, las condiciones para que sigan progresando y la posibilidad de vivir en paz. Y para las clases medias y para arriba, la Cuarta Transformación a secas.

En la simplicidad del discurso no hubo una sola gráfica de apoyo para las audiencias, números, imágenes o estadísticas que pudieran respaldar lo que el Presidente afirmaba con tal contundencia desde el estrado presidencial.

Además del estilo centralizado en la imagen presidencial, nada que le quite un segundo de reflectores, también un apoyo gráfico puede llevar a evidenciar que los números no cuadran con la realidad en las cuentas del informe.

Fue notorio que el discurso recopilatorio de algunos de los episodios de la mañanera contó con un cierre anticipado de mandato. Unas líneas de un mensaje que, se supone, López Obrador debería de dar dentro de tres años. Para él su misión ya está cumplida, reitera que recorrerá el camino de no retorno a Palenque y de paso les dejó a los suyos su corazón.

Mientras que no haya que corroborar los datos del informe, que sigan los aplausos.

@campossuarez