Foto: AFP "Nos impusieron la decisión, no podíamos oponernos", explica a la AFP Jalil Tadjil, portavoz de la universidad  

Las universidades privadas de Kabul estaban prácticamente vacías este lunes después de que los talibanes impusieran la segregación por sexo en las aulas y el porte del nicab para las mujeres.

“No hay nadie, no hay estudiantes”, dijeron a la AFP por la mañana los guardias de dos establecimientos. Otras dos universidades señalaron una presencia muy baja.

“La mayoría de nuestros estudiantes no vinieron”, afirma Reza Ramazan, profesor de informática en la universidad Gharjistan, en la capital afgana, Kabul.

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“Ni siquiera sabemos si siguen en el país”, añade. Decenas de miles de afganos, la mayoría calificados, huyeron del país tras la toma de poder de los talibanes el 15 de agosto.

Los demás “temen a los talibanes y no saben qué les depara el futuro”.

La víspera, los talibanes, que antes prohibían simplemente que las mujeres estudiaran, anunciaron que aceptaban que éstas pudieran cursar estudios en las universidades privadas pero bajo estrictas condiciones.

Las estudiantes no podrán mezclarse con hombres en las aulas y deberán llevar una abaya negra y un nicab que les cubra el rostro.

Además, las mujeres matriculadas en esos establecimientos tendrán que salir de clase cinco minutos antes que los hombres y esperar en una sala hasta que estos últimos hayan dejado el edificio.

Algunas universidades acataron la orden, como la facultad de economía de Ibn-e Sina, que instaló cortinas para separar a los hombres de las mujeres.

“Nos impusieron la decisión, no podíamos oponernos”, explica a la AFP Jalil Tadjil, portavoz de la universidad. Pero muy pocos estudiantes vinieron el lunes “debido a la incertidumbre”, añadió.

– Vaso medio lleno –

También están casi vacíos los pasillos de la universidad de Gharjistan, en Kabul. “De nuestros mil estudiantes, menos de 200 vinieron hoy”, dice a la AFP Noor Ali Rahmani, director del establecimiento.

El domingo, durante una reunión en el ministerio, su universidad expresó claramente su desacuerdo con los talibanes, afirma.

“Dijimos que no aceptaríamos [el nicab] porque es demasiado difícil imponerlo, nuestras estudiantes usan un pañuelo. También les dijimos que eso no estaba escrito en el Corán”.

Los talibanes quieren también que solo profesoras o hombres “mayores” cuya moralidad haya sido probada, puedan dar clases a las mujeres.

¿Pero a partir de qué edad se considera “mayor” a un profesor? ¿Y cómo apreciar su moralidad? Ante este rompecabezas aparentemente surrealista, Rahmani sacude la cabeza con desilusión.

¿Qué se puede hacer? Él espera que la comunidad internacional, tradicional sostén económico de este país pobre, “presione a los talibanes” para que flexibilicen su política. “De lo contrario, nuestros estudiantes no lo aceptarán y tendremos que cerrar la universidad”.

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Uno de sus estudiantes de informática, Amir Hussain, de 28 años, confirma que la llegada de los talibanes ha mermado considerablemente las perspectivas de los estudiantes, pero no cree que las universidades cierren.

“Los que puedan ir al extranjero, irán”, dice. “Pero los demás tendrán que seguir las reglas, no tendrán opción, de lo contrario serán castigados”.

Otras voces fueron más positivas, viendo el vaso medio lleno.

“Hoy he hablado con algunas estudiantes, están contentas de ir a la universidad, incluso con velo. Esta apertura de los talibanes es un gran paso adelante”, tuiteó Zuhra Bahman, que lleva años dirigiendo programas educativos para mujeres en el país.