“No cabía un alfiler”, recuerda Alicia Vargas, “La Pelé mexicana. “La gente estaba hasta en las escaleras”… Era un 5 de septiembre de 1971 en un atiborrado Estadio Azteca donde se jugó la final del II Campeonato Mundial de Futbol Femenil entre la selección de México y su similar de Dinamarca.
El torneo fue patrocinado por Martini & Rossi pero con apoyo de la marca de cerveza mexicana Carta Blanca, el refresco para adelgazar Dieta Fiel y la marca local de té Lagg’s.
La fiebre por el evento tenía a los mexicanos expectantes. El Estadio Azteca fue la sede que durante los partidos con Argentina, Inglaterra, Italia y la final contra Dinamarca se mantuvo llena y con el espíritu de empoderar a la selección volviendo rosas los postes del estadio y haciendo que el personal utilizara trajes a juego.
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“Xochitl” fue la “mascota” del torneo, una futbolista animada que portaba los colores de México en su uniforme.
La Tri perdió la final 3-0 contra las jugadoras danesas y aunque el furor quedó en los corazones de la afición esto no fue suficiente para que las competidoras recibieran el apoyo necesario para crecer en la cancha.
El torneo no fue reconocido como oficial y las mujeres no recibieron apoyos de la confederación, pero sí críticas por parte de la prensa cuando pidieron compensaciones en el marco de las grandes ganancias que dejaban sus encuentros con los otros equipos.
Alicia Vargas, “La Pelé” mexicana, recuerda en el documental “Apuntes de Rabona”, que el apoyo de la afición comenzó por “morbo” pues no era común en aquellas épocas ver a mujeres jugar fútbol pero cuando el público observó su nivel de juego recibieron “más apoyo que críticas”.
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“Cómo era posible que pidiéramos dinero si nosotros éramos amateurs”, cuenta con ironía Vargas, quien fue campeona de goleo en el Mundial Femenil jugado en Italia un año antes.
“Yo les dije: ‘Sí, efectivamente somos amateurs pero nosotras somos las que jugamos, que tampoco cobren las entradas que sea gratis’”.
En entrevista para BBC la líder del proyecto “Historias Ocultas del fútbol femenino”, Jean Williams apunta que el éxito de este evento se debió a cómo fue llevado
“México 71 fue un éxito porque los organizadores no asumieron que sería un fracaso comercial o deportivo. Fue vendido y promovido como un torneo de fútbol, uno que casualmente es protagonizado por mujeres”.
El sueño de las jugadoras terminó en ese año pues el campo de juego no les ofrecía ninguna oportunidad de crecimiento.
Martha Coronado, quien también fue parte de la selección que disputó el Mundial Femenil, resalta en el documental cuál fue la ganancia de haber jugado.
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“La copa del mundo solo fue un lapso para continuar, para que el futbol femenil siguiera con más ligas”. En aquel momento no fue posible que el futbol femenil se volviera oficial y por tanto remunerado.
Irma Chávez, exfutbolista e integrante de esa histórica selección femenil, remarca que la mayoría de los obstáculos con los que se enfrentaron se debieron a la federación.
“Valió la pena haber sido pioneras para que tarde, a fin de cuentas, se haya realizado lo que a todas nos hubiera gustado en su momento: la liga profesional”.
A pesar de que la oficialización del deporte femenil ya es un hecho, un reciente informe emitido por EFE arrojó que las mujeres futbolistas ganan menos del 1% del salario de los hombres.
Por este motivo el equipo sigue invitando a las actuales futbolistas a pugnar por mejores condiciones para su desarrollo en la cancha además de exigir un sueldo y no un “apoyo económico” a cambio de su talento.
“A ellas les toca hacer lo que les corresponde en este momento con todo y su sacrificio (…) así como a nosotras nos tocó poner los cimientos, a ellas les toca poner el siguiente piso”, reflexiona Bertha Coronado.
FF